12 sept 2014

Como se siente el amor de verdad.

Tat no sabía que pasaba cuando pensaba en él. A veces, tenía ganas de matarlo y otras de comérselo a besos. Si pensaba en sus gestos le latía el corazón más deprisa de lo normal y las neuronas en su cerebro colisionaban. Y claro que lo odiaba. Lo odiaba tanto como lo amaba, por hacerle sentir tantas cosas a la vez, hacerla sentir humana.
Se hubiese comparado con la luna y el sol de no haberse sentido tan pequeña a su lado. Y era una paradoja porque era ese sentimiento de vulnerabilidad lo que los unía. Él tenía su corazón, el corazón de una chica con mil y una murallas.
Murallas que había destrozado una y otra vez solo para recordar el olor de su pecho.
 

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