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8 jul 2011

Espiar horizontes abrazados.

"Lo que me conmueve tanto en este principito dormido es su 
fidelidad a una flor, la imagen de una rosa que resplandece en
él como la llama de una lámpara, incluso cuando duerme"
Y lo adivinaba aún más frágil. Hay que proteger bien a las 
lámparas; una ráfaga de viento puede apagarlas...
Le Petit Prince, Antoine De Saint-Exupery

Se han quedado bajo la cama tus sonrisas imperfectas, tus ojos azabaches, tus manos largas de pianista, el sonido de tu voz serena, tu frágil estructura de huesos y carne, el hablar con las estrellas -Orión en las noches de verano- , las lágrimas saladas que se confundían con el océano, espiar horizontes abrazados, las galletas de chocolate en los bolsillos de la chaqueta, el vestido rojo para los atardeceres y el azul para un solo amanecer. 
Ahora que te has ido, ahora que tu vacío late en mi sien, me doy cuenta de que es verdad, que me rescataste de mi mundo de penas y me llevaste a un lugar, incluso, más allá de la segunda estrella a la derecha, de que sin ti no soy nada y de que cuando me decías: cuando desaparezca, me olvidarás, no estabas en lo correcto. 
¿Ves? Estaba tan enamorado de ti que conservo todos y cada uno de tus recuerdos

28 jun 2011

Cigarettes VI

Había una vez dos partes de una misma historia, dos corazones entrelazados y palabras de tinta que se fundían en el mar. Había una vez dos pares de ojos grandes que jugaban a imaginar. 
Alma había soñado con aquel momento tantos meses, tantos años, que no sabía si de verdad era real. Cada varios minutos debía de pararse a pellizcar su mejilla sonrojada para estar segura de que no tenía que despertar, pero no, allí estaba él, prendiéndole la cintura, con el sombrero borsalino de paja que le hacía parecer un explorador intrépido, místico y oculto en si mismo. De repente, en aquella puesta de sol junto a la calita en la playa, Alma se preguntó cuantos lugares había explorado antes de aquel momento, cuantas veces había pensado en ella y si en algún momento le había dicho su nombre a las estrellas. 
(Ella sí que lo había hecho, tantas veces que seguro que sus palabras habían dejado estelas en la Vía Láctea). 

Gigarettes no empieza aquí. 

24 jun 2011

Repartían felicidad en forma de caramelos.


Le volvía loca la trenza sabor a fresas de Samanta, los abrazos a corto plazo y la mirada azul que siempre le lanzaba. Cuando se encontraba mal ella le limpiaba las lágrimas, sonreían y se besaban.
- Vamos a bailar. 
- Ya sabes que se me da fatal. 
- Da igual, me gusta ver la imperfección en lo perfecto. 
Bailaban y bailaban, los pies de una sobre la otra al ritmo de la elegia de los pianos de Bach, y cuando se cansaban apagaban el reproductor de música y se sentaban en el sofá vintage lleno de estampados con una bolsa de palomitas de mantequilla en el regazo. 
Hay quien dice que estaban locas, que lo que ellas tenían no podía ser amor, pero ¿sabéis qué? Claudia y Samanta alargaban la vida con cada sonrisa, repartían felicidad en forma de caramelos y cuando alguien les decía que estaban enfermas y que debían de arreglarlas contestaban que no eran muñecas de trapo fáciles de manejar y que si se les rompían las costuras ya se tenían la una a la otra para reparárselas.

Participo en esto, ¿por qué 
no  te unes tú también?

10 jun 2011

Cigarettes V


Cigarettes ha empezado unos cuantos atardeceres atrás. 

No era Alma. Era su hermana. Su hermana gemela. 
Dean tenía ganas de mirar hacia el cielo sin nubes, de no coger el teléfono y dejar que sonaran los tonos. De sonreír. La miró con aquellos ojos que se habían tragado la mitad del mar y quiso cogerla de la mano y regresar de nuevo a la realidad (porque se había estancado en un mundo de perfectos momentos).
Salieron a la calle para que el aire les reconciliara, armados con gafas de sol y un atardecer entre las casas labradas y viejas. Caminaron largo y pausado entre setos y adoquines por los que fluía el agua y charlaron, hablaron tanto que hubo un momento en el que se les trataban las palabras y, para no hundirse en un silencio incómodo, se besaron. 
- ¿Sabes que yo voy a ser astronauta? 
- ¿Ah, sí? ¿Y que harás cuando pises la luna?
- Gritaré que nos amamos, y seguro que el universo está de acuerdo.
- ¿El universo entero?
- El universo entero y su infinito.

8 may 2011

Cigarettes IV

Alma y Dean no quieren que empieces por el final.

Alma abrió los ojos -casi como platos- y sonrió. Sonrió tanto que al final aquellos sonidos se convirtieron en carcajadas e inundaron toda la habitación. Dean, sin entenderlo, seguía plasmado en la puerta, desafiante, tenso, revelador de su propio secreto. 
- Pero que tonto que eres - se tapó la boca con la mano y gimió. Varias lágrimas cayeron por sus mejillas, pero se las secó antes de que resbalaran por el mentón - ay Dean, ay Dean... - repitió, mirándolo a los ojos - ¿de dónde te he sacado yo? 
El chico se acercó a ella sin entender lo que ocurría y se encogió de hombros vacío en palabras. 
- No entiendo Alma, lo siento pero no entiendo nada. 
La chica abrió la boca, pero el sonido de alguien en la puerta hizo que ambos giraran la cabeza. Una réplica de Alma fumaba mirándolos. Llevaba los ojos pintados de negro y parecía rebelde, mucho más rebelde que su hermana. Un chico apareció a su lado y los miró.
- He venido a recogerla, le prometí un día en la playa después de tantos meses fuera de la ciudad. 
Dean miró a Alma, que aún sonreía con lágrimas en los ojos. La chica se llevó una mano a la boca y soltó otra carcajada. De repente, todo era tan claro como el agua. Aquella era la hermana gemela de Alma y el chico de su lado el recibidor de sus besos.
- ¡Y yo que me preguntaba quien se había tomado mi tazón de cereales! - exclamó Alma, sonriendo.
Todo aquello había quedado, por suerte, en una terrible confusión.

2 may 2011

Cigarettes III

Dean y Alma un poco más atrás.

- Maldita sea, Dean, habla ya - gritó Alma, sintiendo el silencio en cada poro de su piel. 
Pero el chico no contestó y siguió leyendo el libro de astronomía. Con un nudo en la garganta, la chica cogió uno de los cojines y se lo tiró a la cara, pero el joven siguió sin inmutarse - ¿Pero que se supone que te he hecho yo? - gimió, tapándose la cara para que no la viera llorar. Todas las tardes muriéndose por Dean, todas las tardes deseando una mirada suya, una palabra suya, un abrazo suyo. Lanzando sonrisas que al final él nunca correspondía. Pensando que no podía ser, que él no la quería, que nunca jamás lo haría. Dean levantó la mirada del libro y la observó. Sus ojos estaban gélidos como el hielo y parecían llenos de dolor. 
- Ese es el problema. Que no me has hecho nada. Que me ignoras, que pasas de mí y nunca me dices ni media palabra. Que voy a la cocina y te encuentro allí, besando a un don cualquiera con el tazón de cereales que yo te preparé en la mano. Pensé, no sé... - tenía los ojos vidriosos, pero se recuperó de repente- pero ya da igual, estoy cansado de tus miradas de niña buena, de tus sonrisas... de que juegues conmigo de esa forma. 
- Ay, Dean... - murmuró Alma, llevándose una mano a la boca. Se acercó a él lento, muy lento, hasta que estuvieron labio frente a labio.
Entonces Dean se levantó, dejó el libro encima del sofá y ambos se miraron.
- Basta de tonterías, Alma. O te aclaras o esto se ha acabado incluso antes de empezar. 

17 abr 2011

Cigarettes II

Dean sintió como algo le recorría por dentro. Un tormento de sensaciones, de palabras, de lágrimas en los ojos. Se quedó quieto durante un tiempo indefinido hasta que el nudo en su pecho desapareció, dejando paso a un vacío que lo dejó inválido, a punto de caer. Nunca tendría que haber llegado a aquella puerta, nunca tendría que haber dejado que aquella tormenta de sentimientos entrara dentro de él. Se lo había cuestionado muchas veces, preguntado hasta la saciedad, había robado casi todo su tiempo, suspiros y quitado el sueño, pero ya tenía la respuesta, y la respuesta era no. 
Nunca había sido capaz de reconocerlo, y pese a que iba de duro por la vida, atrayendo a todas las mujeres del mundo con aquel pelo crespo y los pañuelos blancos, era tímido, oculto en sí mismo, incapaz de dejar que los sentimientos dieran muestra alguna en su rostro. Para no mirarla mientras estaba con él, para no soñar con cosas imposibles (la negatividad era su signo característico) se refugiaba en libros, aunque casi nunca leía, cerraba los ojos y no hablaba, porque si lo hacía estaba seguro de que el "te quiero" saldría de sus labios. 
Y ahora la espada clavada en su pecho, los ojos anegados en lágrimas, paralizado como si hubiese sido convertido en piedra, observaba tras el marco de la puerta sin que nadie reparara en él. Se sentía mal, fatal, porque allí estaba Alma.
Estaba Alma besando a otro. 

¿Quieres conocer a Alma y a Dean? Mejor empezar por el principio.

2 abr 2011

Antes que a cualquier Julieta.

- ¿Por qué yo, con estos pelos encrespados y esta sonrisa medio rota, con estas pecas en todo el cuerpo, estos ojos tan normales, esta nariz poco afilada, los pómulos alzados y blancos, pálida desde lo hondo, qué por qué yo, que ni siquiera beso bien ni como palomitas, ni tengo calcetines a rayas largos, de esos que llegan hasta las rodillas y que prefiero el chocolate a cualquier verdura. Qué por qué yo...?
- Porque te prefiero a ti antes que a cualquier Julieta. Porque me encanta cuando te secas el pelo y te cae sobre la frente, que tu sonrisa es tímida, secreta, y cuando sale te llena de esperanza y de alegría, que tomaste el sol con colador y aún perdura el bronceado, y si te sonrojas, dan ganas de comerte entera. Que tu belleza llega hasta el infinito y se pierde, incluso, incluso, entre las estrellas. Pesimista me atrajiste a mi, los polos opuestos del imán, tan viva en este mundo gris, tan modesta y encerrada en ti misma. ¿Y sabes qué? Lo que más me gusta de ti es ese lunar justo en el lado izquierdo de la oreja, el que siempre queda tapado debajo de la almohada en las noches de primavera

26 mar 2011

Cigarettes I

Alma aquella tarde a la batería, con Dean sentado en el sofá vintage, se dio cuenta. Él nunca sería su héroe, siempre tendría que compartirlo con los demás.
Ambos formaban la pareja perfecta, dos chicos duros de gafas de sol, cigarros en la boca y pastillas de menta para los dolores de cabeza. Oscuros en su pasado y fríos en su presente, rechazadores de cualquier ofrenda del amor y ligados a las baterías y a los grupos de rocks. Nadie sabía nada sobre ellos, pero todos habían oído hablar de sus historias alguna vez. Eran como dos héroes entre las sombras, de esos que hacían justicia por los demás y nunca por ellos mismos, que giraban la cara cuando alguien les iba a hablar y no pronunciaban palabra, como si estuviesen mudos. 
Sin embargo, una vez solos, el mundo se reducía a la monotonía del silencio y a las peripecias de historias que narraban sobre un pasado inventado. Alma tocaba nuevas canciones y Dean leía libros sobre el universo. Nunca intercambiaban palabras, ni se miraban a los ojos, ni sonreían, y cada vez que ella le miraba, sentía un punzada de dolor porque siempre estaba haciendo otra cosa, porque no se molestaba en alabarla ni en susurrarle cosas al oído. Y por las noches, en la cama, se preguntaba si su amor por él era o no correspondido.

17 mar 2011

Lista de buenas cosas para tener (siempre) a mano.

Tres puntos, un cero y una coma. Catorce décadas de sonidos de guitarra, ungüento de mantequilla y leche condensada para los malos ratos. Algunas galletas rellenas de chocolate y una lista de deseos. Cinco Dos peluches de osos o una foto tomada junto al parabrisas, lechuga en la ensalada y queso rallado con nueces, Ratatouille, tenedores afilados y pizcas de sal cristalina. Sentimientos (véanse claros ejemplos de locura, verdad, esperanza, alegría y amor), abrigos rojos, mangas cortas con Mickeys plasmados, ojos sin lágrimas, bocas que reparten besos. Una blusa holgada para poder liberarnos, dos medias sin rayas, estuches llenos de lápices diferentes y corazones de gominola para tomárnoslos por las noches.
Tú,
Yo
Y el infinito.
(que tampoco es tan difícil de alcanzar)

4 feb 2011

El oasis de tus ojos

Marta a las cuatro y cuarto de la tarde en el Starbucks de la esquina, justito al lado de casa. 
Lleva miles de negaciones encima y tiene dolor de cabeza. Palabras y frases que se mezclan en su cabeza y ensordecen el ruido del exterior. No hay más que problemas. Se mira los pies y descubre que hace tiempo que se le rompió la hebilla de uno de los zapatos, que tiene la pintura de uñas roída y una carrera en la media. Las gafas de sol ya no sirven para nada porque el día se ha nublado. Parece pequeña, frágil y tremendamente solitaria. Marta se encoge en si misma y empieza a tener frío. Unas chicas pasan a su lado riendo. Todos las miran. Con amor, con odio, con envidia, con devoción. Pero las miran. A ella nunca le ha mirado nadie. 
- Me voy a comprar un espejo roto para que cuando me mire, este segura de que solo vea la realidad. 
- Y yo me voy a comprar tus ojos.
- ¿Para qué? 
- Para poder ver el oasis que se esconde dentro de ellos y enamorarme un poquito más de ti, que aún no tengo suficiente

15 ene 2011

Tropecientas mil primaveras más

Marylin ha guardado en el bolsillo trece piruletas con sabor a fresa, siete tarritos de mermelada y galletas con leche merengada. Tiene en la mochila tazas de porcelana de todos los viajes que ha realizado y cuadernos llenos de postales y de letras que relatan sus historias.  Ha viajado a más de cincuenta países y nunca se está quieta en ningún lugar. Lleva consigo un paraguas a rayas que se compró una tarde lluviosa en Dublín por si acaso el agua le pillaba desprevenida y cree que la nieve es una capa de tierra que llega cuando hay cosas que enterrar. A Marylin le gustan las cosas interrumpidas. Que halla. Muchos. Puntos. Y ninguna. Coma. Maneja a la perfección quince idiomas entre los que se encuentran el inglés, el francés, el español, el portugués, el italiano, el alemán y el de las sonrisas.
Ahora se tiene de nuevo que marchar y está haciendo las maletas. En  este viaje ha habido pocos puntos y alguna que otra coma, pero no está enfadada (porque ha conocido a alguien especial). Y, aunque ya llegue el verano y tenga de nuevo que emigrar, el recuerdo de las tardes y de las flores quedará en su mente para siempre. Aquella primavera ha amado, ha soñado, ha gritado, ha creado historias bajo la luna y ha...
creído, por un momento, que podían llegar a ser realidad

9 ene 2011

Nos quedan dos horas para terminar de soñar

Encima del escritorio hay dos chocolatinas que ni tú ni yo nos hemos tomado. Tienes los ojos cerrados y te toco el pelo (mechones color escarlata). 
Teddy a los pies de la cama, sobre el baúl donde guardas trajes de princesa y cuentos preciosos llenos de letras entintadas y de corazones que no se rompen. Un cuadro que ninguno de los dos hemos pintado pero que refleja lo que sentimos y lo que tenemos a la perfección. Hay una libreta con flores rojas en la portada en la que ayer te escribí unos versos de Antonio Machado que te encantaron. 
Una conversación de hace varios años:
- ¿Has tomado el sol con colador?
- No. ¿Por qué lo dices?
- Porque quiero saber como aparecieron esas pecas que tanto me encantan. 

31 dic 2010

Querida Ellie...


Es sentarse en una hamaca y abrir el álbum de fotografías viejas que ya apenas recordabas. Es llorar con una película de la que nadie tiene ganas y saltar a la comba con amigos que no veías desde la infancia.
Tu recuerdo patente en mi mente, la imagen de tus besos, de tus caricias y de tus sonrisas, de tus verdades y de tus mentiras, de tus sueños y de tus palabras hondas. 
El iris azul y la pupila que se dilataba en las noches oscuras cuando hacíamos de exploradores intrépidos y viajábamos al universo en busca de estrellas perdidas y de cohetes extraviados. Nos gustaba hacer barcos de arena en la playa y esperar a que la marea se lo llevara (éramos como piratas  que surcaban los océanos y luchaban en alta mar a los que les gustaba pedir helados de fresa con cacahuetes).

Querida Ellie:

No sé que decirte de lo que ocurre ahora aquí. Las cosas se han vuelto del revés y no le encuentro sentido a nada. Sin ti no sé sonreír y cada vez que veo tu sillón vacío los recuerdos penetran en mi mente y hacen que el tiempo parezca insoportable. Aún guardo en la cesta de mimbre los billetes de viaje que ya no sirven para nada. Los cuadros que pintaste, las fotos que te tomaste, todo me rodea y me aprisiona, todo hace que esto se convierta en agonía y desazón. Maldito recuerdo. Malditos recuerdos...
Querida Ellie, no sé porque te fuiste así sin decir nada y me dejaste solo, vacío y muerto. Eras tú mi medio corazón y la parte positiva de mi cuerpo. Necesito que vuelvas. Necesito que estés aquí para empezar de nuevo.
Te necesito para vivir.

Con cariño, Carl.


Esta entrada cargada de recuerdos es lo que dejo para finalizar el año 2010, que se va con más de 700 seguidores. Entre las personas a las que tengo que dar las gracias se encuentran anasthinkings, meryC, palabras dulces, María, Blisay, Blanca, Palabras perdidas, Madison N.Chesire, la Srta. While, Niicky Gray, Laura Drop. R y SemiElfa Mish.Porque fueron las primeras que me siguieron, que creyeron en mí cuando apenas tenía seguidores y era una niña que se internaba en esto de blogger. Muchas gracias a todas y que sepais que os seguiré y leeré siempre.

14 dic 2010

A lo mejor me guardo los "te quiero" para luego.

Para leer este relato dale al pause del reproductor y al play de esta canción.
Este es el secretito desvelado, para verlo pincha aquí.

No dejo de escuchar canciones tristes y de utilizar palabras absurdas que no sirven para nada. Creo muletillas que ni siquiera existen para poder participar en la conversación y no quedarme solo escuchando. Carlos me ha dicho que si hay cuatro personas y una hora para hablar a mi me corresponde solo un cuarto, pero tengo muchas cosas que contar y historias que al final siempre dejo para luego. 
El reloj ayer dio las doce de la noche y yo seguía tumbada en el sofá observando la pared de los años sesenta llena de estampados que hacen que recuerde cosas y sentimientos dolorosos que no quiero ver más (porque un día los guardé con llave en el fondo de mi corazón). Entiendo poco de lo que me cuentas a veces, pero escucho porque siempre llevas razón y porque Carlos me dijo que no era mío el tiempo de los demás, que a eso se le denominaba egocentrismo. Es una enfermedad difícil de curar que todos reconocen en los demás (pero no en ellos mismos).
Ayer cogí un tarro del armario y lo llené con corazones y sentimientos de mentira, porque quiero que dentro de mi solo quede realidad. 
¿Y sabes qué? A lo mejor me guardo los "te quiero" para luego.

8 dic 2010

Son solo 2 cucharadas de miel

Imagino que será difícil para ti, que con esta canción triste de fondo despedirse puede resultar el doble de duro. Pero dime, no sé si las palabras se han ahogado en tu garganta mientras veíamos el sol cruzar el horizonte, dime que es lo que sientes cada vez que recuerdas las tardes de primavera y decías te quiero de forma automática, como si los gestos y los sentimientos se convirtieran en rutina diaria. 
Dime, maldita sea, dime la verdad. Habla porque sé que tienes mucho que contar sobre nosotros, mucho que contar sobre el mundo y su crueldad, sobre los copos de nieve en navidad, sobre los cristales empañados por el vaho, sobre los sueños. Tú me regalaste una guitarra eléctrica y yo un reloj al que le tenías que dar cuerda (porque no me quedaba dinero ni para llorar). 
Te fuiste en ese globo como ayer, elevándote en el aire. Hoy he ido al médico y el doctor me ha recetado dos cucharadas de miel.
Una para el corazón y la otra para el alma.
Algo se cuece en Globos de Agua por los 600 seguidores...


26 nov 2010

El eco rebotando en las montañas...

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Eras un príncipe travieso y yo la princesa de pelo corto encerrada en la torre. Vestías de verde y yo de rojo, porque nos gustaba llevar la contraria. Yo había roto mi corona y con los diamantes había creado figuras color malva. Tú no venías a rescatarme en la noche ni trepabas por las enredaderas que ascendían hacia arriba a un ritmo vertiginoso. 
Nos gustaba cenar mirándonos a distancia, 
mandarnos besos que el viento se llevaba.
Gritarnos y oir el eco
rebotar contra las montañas.
No había calabaza ni zapatos de cristal, no había campanadas que rompían los sueños ni trenzas largas y rubias. Estábamos solo tú y yo, sin nada. Y cuando quisiese saltaría sin pensarlo, sin meditar, para que tus brazos me acogiesen y tus caricias se convirtiesen en parte de esta realidad. 

3 nov 2010

Le había contado tantas veces las pecas de la cara...

Sentados uno frente al otro, se observaron durante varios minutos y sus miradas pobladas de sentimientos se cruzaron como tantas otras veces. Los tranvías pasaban ante ellos y algunos se paraban, vomitando a gente de bufandas largas, abrigos negros y gorros de lana.

True quería ver aquellos ojos oscuros, aquel cabello negro y liso, aquella sonrisa atrevida y esas ganas de vivir por vivir, de gritar. Le gustaban sus uñas largas, como cruzaba las piernas y la forma que tenía de tocarse un mechón que se había escapado de su peinado perfecto. 
Lie quería quedarse observando durante tiempo indefinido, con las agujas de los relojes parados y oyendo solo su respiración acompasada. Las nubes pasaban sobre ella y los tranvías rojos parecían no querer recogerlos nunca. Le había contado tantas veces las pecas de la cara que lo sueños parecían reflejarse en cada una de ellas. 
El aire 
y el tiempo 
decidieron 
pararse 
de repente.

1 nov 2010

La chica del paraguas azul (7)

Quién es esa, la chica del paraguas azul?"
¿Cuales son sus sueños?
¿Qué es lo que oculta?
Cuando la realidad se convierte en irrealidad y los sueños en pesadillas aparece ella... y todo lo que conociste deja de existir.
***


Se encontraba allí, tras la caja, acompañada por un tocadiscos antiguo del que salía música clásica que nadie querría escuchar. Max se acercó al mostrador temblando y carraspeó, intentando llamar la atención de ella y del hombre que, dado la vuelta, buscaba un detergente en la estantería. 
- Buenas-musitó, en voz baja y nervioso- buscaba algo de comer...
- Puedes comer muchas cosas-masculló el hombre, dándose la vuelta. Las arrugas surcaban su rostro y sus ojos verdes reflejaban cansancio. Rió de su propia gracia absurda- busca lo que quieras, muchacho, pero rápido, que hay clientes esperando. 
- Abuelo- la voz cantarina de la chica hizo que Max se estremeciera. Las palmas de la mano le empezaron a sudar- así vas a espantar a todos los clientes- sonrió- no sabes más que decir palabrotas y tratas a la gente como palos de fregona. Tú sigue que yo le atiendo. Sé lo quiere. 
El hombre la miró de soslayo y dirigió la vista hacia el siguiente cliente mascullando algo por lo bajo. Max se echó hacia la derecha para no molestar a los demás clientes. El pie seguía un ritmo invisible.
- Así que sabes lo que quiero ¿eh?- jugueteó, intentando que no se le notara el sonrojo. 
- Sí- fue precisa- sé que quieres un buen chocolate caliente, aquel del supermercado parece que no te hizo mucho efecto, aunque tal vez no lo encontraste. 
- No me lo tomé- se mordió el labio inferior. Al menos se había acordado. Intentaba encontrar las palabras exactas, pero cuanto más se esforzaba más en blanco se quedaba- Soy Max- se presentó, intentando sacar un tema de conversación.
- Yo soy Eva- le tendió la mano y él se la estrechó. Tenía la piel suave y lisa- encantada. Hay una cafetería cerca de aquí, allí ponen unos chocolates buenísimos. Yo aún no he merendado. 
- Yo tampoco ¿Me puedes decir dónde? Creo que es justo eso lo que necesito. 
- No hace falta, yo te acompaño. 
- ¿Tú me acompañas?- vaciló, aún sin creérselo. Aquello parecía un cuento de hadas- estupendo.
- Sí, estupendo. 
Definitivamente, se había enamorado de aquellos ojos verdes. 

I,II,III,IV,VIV

28 oct 2010

Tú y yo, los sueños y la realidad.

Fue en la noche, junto a las notas de un piano gris, cuando desperté del sueño y la oscuridad inundó mis sentidos hasta que solamente fui capaz de notar cada alteración en mi piel. Miré hacia el único rincón iluminado y te descubrí allí, solo una figura encorvada, alumbrada por la luz de una bombilla a punto de apagarse, consumida por el tiempo. Me acerque a ti y te arropé con la manta que me había mantenido caliente hasta entonces.
- Deberías de haberme despertado. Estaba esperando a que llegaras para cenar.
- No es justo despertar a una persona del sueño. Sería como romperle las ilusiones, aquello que quiere convertir en realidad, que desea. Los deseos son algo tan profundo y melancólico que con ellos no se puede jugar.
Sonreí y, arropada por aquellas notas, me alejé de ti unos segundos.
- Son casi las doce de la noche y mañana vas a llegar tarde a trabajar.
Te levantaste de aquel asiento que habíamos ido a comprar solo para ti y, cuando estabas a punto de marcharte y de dejar de tocar, pulsaste las teclas con cuidado, con mimo, y una triste melodía inundó la habitación por unos segundos. Eran aquellos pequeños gestos los que habían hecho que me enamorara de ti. En aquel instante, cuando lo hiciste, un escalofrío recorrió toda mi columna vertebral.
- Vamos, que hay que madrugar.
- Tú siempre tan realista, con ganas de ver solo el mundo de verdad- te acercaste a mí e inundaron tus ojos la felicidad- escapemos de este mundo sucio, vivamos. Vivamos de verdad.
Te gustaba hablar en plural. Compartir las cosas.
A mí me gustaba tocar el cielo, y contigo lo conseguía.

2009-2017. Todos los derechos reservados a Ali Alina.