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26 abr 2011

La pequeña gran historia de la pequeña gran Pam.

Pam le tiene miedo a los cuentos de monstruos y a las avellanas. Detesta las cosquillas. Ama los besos con la nariz y las sonrisas. Desde que sabe leer, lo hace siempre debajo de la almohada. Ha cogido prestada una linterna del enorme armario y seguro, seguro, que nadie la echa de menos.  En las vacaciones de verano, pone dos sillas -una frente a otra- y se crea su propia  tienda de campaña. - La verdad es que Pam es un poco miedica, y en vez de acampar en el exterior, lo hace en su cuarto, con el ventilador encendido y mangas cortas, a salvo de cocos y animales de orejas anchas-. 
Es una chica un poco especial, escucha jazz y, muy de vez en cuando, se permite el placer de la música clásica. Dice que es azul, como el mar, como el cielo, como las cosas bonitas, que tiene poderes mágicos que le  permiten internarse en mundos inimaginables y cuando se siente mal, con ganas de llorar, crea a leones que hablan, a estrellas caídas del cielo y a ella sin lágrimas.
(porque le gusta mucho imaginar)

20 abr 2011

Como un pirata de verdad.

Hacía maquetas de barcos pero no las encerraba en botellas de cristal
Soñaba con convertirse en navegante de mares, en corsario o solo, si no le quedaban más opciones, en pirata. Tenía un mapa de navegación que había hecho con su compás de las clases de plástica y papeles pintado con acuarelas color marrón, para asemejarse más a los pergaminos que ellos utilizaban. Le gustaba quemar los bordes y dejarlos secar en un rincón de la azotea, con las pinzas de plástico de mamá. 
Cuarenta años después, una tarde de trabajo en casa, de componer historias de barcos -para rellenar ese hueco de las ilusiones que nunca se habían cumplido-, pasaron ante su ventana dos niños con pañuelos en el pelo, un barco pirata de juguete y dos papeles pintados de marrón con acuarelas.
Y le hizo tanta ilusión, y volvieron tantos recuerdos, que salió ya para todos viejo y maltrecho y empezó a jugar junto a ellos sin reparar en edades ni en tiempo.
Después de tantos años, aún Neptuno le recuerda.

9 abr 2011

Lady Margot (princesa del cuento real)

Ya está aquí la revista número uno de Lubdub, donde participo. Echadle un vistazo

Eran Lady Margot sus vestidos largos y ajustados, sus paseos a las seis de la mañana por las avenidas de la ciudad, pagar a los taxis en monedas de 20, construir castillos de cartas en los que no se podía ni respirar. La sonrisa sobre el mar en abril, en mayo, en septiembre y a las doce del domingo. Sus días favoritos eran los martes trece y su número, el siete. 
Conocían a Margot por muchas cosas, pero nadie se olvidaba de sus historias. Hablaba con cualquiera, era mundos inventados para cada persona. Había asimilado miles de vidas y las guardaba todas en archivos desordenados dentro de su cabeza. Si quería soñar, adicta a los Coca Colas y a los ojos verdes, dibujante de recuerdos o acompañante de Quijotes. Si quería ligar, modelo en pasarelas que habían pasado de moda, soltera sin hijos y deseosa de besar, suelta de manos y libre de palabras. Otras veces ejercía de ejecutiva en la gran empresa de Charls, cuidadora de enfermos en un hospital, profesora de infantil y de baberos ensuciados, química de sentimientos y filósofa de historias que aún había que contar. 
Eran Lady Margot ella y sus sonrisas, una princesa en medio de la ciudad, única. Decía inventarse todas sus historias, pero lo cierto era que siempre, siempre, se le colaba alguna realidad. 

26 mar 2011

Cigarettes I

Alma aquella tarde a la batería, con Dean sentado en el sofá vintage, se dio cuenta. Él nunca sería su héroe, siempre tendría que compartirlo con los demás.
Ambos formaban la pareja perfecta, dos chicos duros de gafas de sol, cigarros en la boca y pastillas de menta para los dolores de cabeza. Oscuros en su pasado y fríos en su presente, rechazadores de cualquier ofrenda del amor y ligados a las baterías y a los grupos de rocks. Nadie sabía nada sobre ellos, pero todos habían oído hablar de sus historias alguna vez. Eran como dos héroes entre las sombras, de esos que hacían justicia por los demás y nunca por ellos mismos, que giraban la cara cuando alguien les iba a hablar y no pronunciaban palabra, como si estuviesen mudos. 
Sin embargo, una vez solos, el mundo se reducía a la monotonía del silencio y a las peripecias de historias que narraban sobre un pasado inventado. Alma tocaba nuevas canciones y Dean leía libros sobre el universo. Nunca intercambiaban palabras, ni se miraban a los ojos, ni sonreían, y cada vez que ella le miraba, sentía un punzada de dolor porque siempre estaba haciendo otra cosa, porque no se molestaba en alabarla ni en susurrarle cosas al oído. Y por las noches, en la cama, se preguntaba si su amor por él era o no correspondido.

17 mar 2011

Lista de buenas cosas para tener (siempre) a mano.

Tres puntos, un cero y una coma. Catorce décadas de sonidos de guitarra, ungüento de mantequilla y leche condensada para los malos ratos. Algunas galletas rellenas de chocolate y una lista de deseos. Cinco Dos peluches de osos o una foto tomada junto al parabrisas, lechuga en la ensalada y queso rallado con nueces, Ratatouille, tenedores afilados y pizcas de sal cristalina. Sentimientos (véanse claros ejemplos de locura, verdad, esperanza, alegría y amor), abrigos rojos, mangas cortas con Mickeys plasmados, ojos sin lágrimas, bocas que reparten besos. Una blusa holgada para poder liberarnos, dos medias sin rayas, estuches llenos de lápices diferentes y corazones de gominola para tomárnoslos por las noches.
Tú,
Yo
Y el infinito.
(que tampoco es tan difícil de alcanzar)

28 feb 2011

La manzana roja de Isaac.


Recuerdo a Isaac sentado en las raíces de un árbol que coleccionaba años y los guardaba en forma de aros dentro de su corteza. Aquella tarde cogió una manzana del suelo y la miró ensimismado, recorriendo cada recoveco de su piel, cada matiz de color y las heridas que la tierra le había proporcionado. He de aceptar que nunca entendí la forma en la que trabajaba su mente y que, en sus conversaciones, me perdía incluso antes del comienzo. La mente de aquel chico nunca se encontró al alcance ni de mí, ni de nadie. Era como una caja fuerte llena de secretos. Por aquellos entonces, estaba ensimismado con Newton, del cual decía haber heredado el nombre y las ganas por descubrir más. Se había leído su biografía y soñaba con descubrir un nuevo planeta en la inmensidad del universo.
[...]
Fragmento de  "La manzana roja de isaac". Srta. Alicia Alina.

30 ene 2011

Anestesia

Me perdí en el mapa de tu piel y caminando encontré recuerdos, frases ingeniosas e imágenes que se iban tan rápido como venían, el conejo de Alicia en el País de las Maravillas, que corría demasiado deprisa. Encontré (también) dos nubes de algodón rosa, purpurina gris guardada en botecitos de madera, papeles arrugados con el verbo Be acompañado de miles de palabras distintas. Be you. Be happy, notas y cuadernos, estuches llenos de lápices de madera, lobos con fauces abiertas, una cámara gastada que guardaba instantáneas. Pájaros de papel, cometas hechas a mano, un punto y aparte, una lista interminable de nombres inventados y de momentos especiales -para ti, solo para ti-. 
Me encontré  todas tus amigas de la calle 13, a los coches que tuviste, a los taxis en los que te montaste. Encontré unos ojos canela y un mar sin agua, una playa llena de turistas y una regla rota. Dos palmeras torcidas, un dibujo inacabado, un corte de manga, un corazón de plastilina y once muñequitos de papel.
Me encontré a mi. Pero no a ti. 
Ni a nadie ni a nada que de verdad quisieras.

26 ene 2011

A la deriva

Estoy tan vacío por dentro que ya no me quedan lágrimas -las he gastado todas cuando lloraba sentado en las escaleras, mirando a través de la ventana el cielo lleno de un puñado de estrellas-. Toco el violín por las noches y confundo las notas sin que nadie se de cuenta. Ando por las calles con los ojos cerrados, lento, muy lento, casi con pasos de hormiga. Voy en un barco de madera que me ha costado construir cuatro días y cincuenta noches. Pienso en ti cuando no hay luna llena y recuerdo tu redundancia al hablarme de tus sueños y los cuadros que había colgado en la habitación de la vecina. 
Me levanto sin puntos y sin comas, sin palabras. Trago saliva. Tengo los ojos grises porque se han quedado vacíos y tú te empeñas en pintarlos de verde, como las briznas de hierba que hay en el portal, junto a la puerta. 
Cuando no pueda más me iré poquito a poco, sin prisas, con la música de un piano negro de fondo. Pero mientras tanto pronunciaré la palabra esperanza -que tanto me encanta-. E iré hacia arriba, a la deriva, hasta que el infinito desaparezca.

20 ene 2011

En el fondo de la playa

Hemos escarbado en la arena de la playa con el abuelo para ver si llegábamos a la otra punta del mundo. La tierra que sacábamos la hemos guardado en cubos rojos y azules que, según Sisi, no combinaban para nada. Ahora la tierra parece fango por la lluvia que ha caído sobre el balcón en el que los dejé cuando volvimos a casa. 
Mi madre ha venido a recogernos y ha reñido con palabras dulces al abuelo por agacharse para ayudarnos, por meternos ideas locas en la cabeza sobre tareas y misiones imposibles y por hacer que nos llenásemos de tierra las rodillas. 
El abuelo se ha sentado en la silla delante de la ventana y se ha apoyado en el bastón  (El amanecer  alumbrado en sus ojos y el sol poniendose poco a poco hasta que el horizonte se ha llenado de estrellas).
Hay sobre la cama una concha que hemos descubierto los tres en el fondo de la playa.

15 ene 2011

Tropecientas mil primaveras más

Marylin ha guardado en el bolsillo trece piruletas con sabor a fresa, siete tarritos de mermelada y galletas con leche merengada. Tiene en la mochila tazas de porcelana de todos los viajes que ha realizado y cuadernos llenos de postales y de letras que relatan sus historias.  Ha viajado a más de cincuenta países y nunca se está quieta en ningún lugar. Lleva consigo un paraguas a rayas que se compró una tarde lluviosa en Dublín por si acaso el agua le pillaba desprevenida y cree que la nieve es una capa de tierra que llega cuando hay cosas que enterrar. A Marylin le gustan las cosas interrumpidas. Que halla. Muchos. Puntos. Y ninguna. Coma. Maneja a la perfección quince idiomas entre los que se encuentran el inglés, el francés, el español, el portugués, el italiano, el alemán y el de las sonrisas.
Ahora se tiene de nuevo que marchar y está haciendo las maletas. En  este viaje ha habido pocos puntos y alguna que otra coma, pero no está enfadada (porque ha conocido a alguien especial). Y, aunque ya llegue el verano y tenga de nuevo que emigrar, el recuerdo de las tardes y de las flores quedará en su mente para siempre. Aquella primavera ha amado, ha soñado, ha gritado, ha creado historias bajo la luna y ha...
creído, por un momento, que podían llegar a ser realidad

9 ene 2011

Nos quedan dos horas para terminar de soñar

Encima del escritorio hay dos chocolatinas que ni tú ni yo nos hemos tomado. Tienes los ojos cerrados y te toco el pelo (mechones color escarlata). 
Teddy a los pies de la cama, sobre el baúl donde guardas trajes de princesa y cuentos preciosos llenos de letras entintadas y de corazones que no se rompen. Un cuadro que ninguno de los dos hemos pintado pero que refleja lo que sentimos y lo que tenemos a la perfección. Hay una libreta con flores rojas en la portada en la que ayer te escribí unos versos de Antonio Machado que te encantaron. 
Una conversación de hace varios años:
- ¿Has tomado el sol con colador?
- No. ¿Por qué lo dices?
- Porque quiero saber como aparecieron esas pecas que tanto me encantan. 

7 ene 2011

Hay un (pequeño) monstruo debajo de la cama.

Pablo le tenía miedo a los monstruos tanto como a las arañas. Por la noches, cuando la oscuridad se cernía en el lugar y lo poblaba todo, se acurrucaba debajo de las mantas y cerraba los ojos, fuerte, muy fuerte, hasta que se quedaba dormido y se olvidaba de todo. Había veces que se metía en la cama de su hermana pequeña para no sentirse solo y siempre, aunque fuese verano, se tapaba con la sábana hasta las orejas, como si de aquella forma nada ni nadie pudiese atacarle. 
En las noches de Halloween, sus amigos contaban historias de miedo que él no era capaz de escuchar. Entraba en el cuarto de baño y se sentaba sobre la tapa, esperaba unos minutos y volvía a salir, a la espera de que el relato hubiese finalizado. 
Sin embargo, llegó la noche en la que Pablo registró debajo de la cama y se encontró a un monstruo pequeño que cabía justo en la palma de la mano. Era color canela  y, más que dar miedo, hacía gracia con aquellos dientes mellados y la cola peluda llena de polvo. 
Desde que Pablo se encontró a aquel monstruo ha dejado de tener miedo. Ahora sabe que, cuando sienta que le observan, solamente tendrá que cerrar los ojos -fuerte, muy fuerte- e imaginárselo como le de la gana. Y... ¿Quién sabe? a lo mejor incluso ha llegado a hacerse amigo de alguno.

Problema de aviso solucionado ;)
Por cierto, vinieron los Reyes Magos.
+ información en esta entrada de

31 dic 2010

Querida Ellie...


Es sentarse en una hamaca y abrir el álbum de fotografías viejas que ya apenas recordabas. Es llorar con una película de la que nadie tiene ganas y saltar a la comba con amigos que no veías desde la infancia.
Tu recuerdo patente en mi mente, la imagen de tus besos, de tus caricias y de tus sonrisas, de tus verdades y de tus mentiras, de tus sueños y de tus palabras hondas. 
El iris azul y la pupila que se dilataba en las noches oscuras cuando hacíamos de exploradores intrépidos y viajábamos al universo en busca de estrellas perdidas y de cohetes extraviados. Nos gustaba hacer barcos de arena en la playa y esperar a que la marea se lo llevara (éramos como piratas  que surcaban los océanos y luchaban en alta mar a los que les gustaba pedir helados de fresa con cacahuetes).

Querida Ellie:

No sé que decirte de lo que ocurre ahora aquí. Las cosas se han vuelto del revés y no le encuentro sentido a nada. Sin ti no sé sonreír y cada vez que veo tu sillón vacío los recuerdos penetran en mi mente y hacen que el tiempo parezca insoportable. Aún guardo en la cesta de mimbre los billetes de viaje que ya no sirven para nada. Los cuadros que pintaste, las fotos que te tomaste, todo me rodea y me aprisiona, todo hace que esto se convierta en agonía y desazón. Maldito recuerdo. Malditos recuerdos...
Querida Ellie, no sé porque te fuiste así sin decir nada y me dejaste solo, vacío y muerto. Eras tú mi medio corazón y la parte positiva de mi cuerpo. Necesito que vuelvas. Necesito que estés aquí para empezar de nuevo.
Te necesito para vivir.

Con cariño, Carl.


Esta entrada cargada de recuerdos es lo que dejo para finalizar el año 2010, que se va con más de 700 seguidores. Entre las personas a las que tengo que dar las gracias se encuentran anasthinkings, meryC, palabras dulces, María, Blisay, Blanca, Palabras perdidas, Madison N.Chesire, la Srta. While, Niicky Gray, Laura Drop. R y SemiElfa Mish.Porque fueron las primeras que me siguieron, que creyeron en mí cuando apenas tenía seguidores y era una niña que se internaba en esto de blogger. Muchas gracias a todas y que sepais que os seguiré y leeré siempre.

14 nov 2010

Tus recuerdos están guardados en globos de colores (junto a mí).

Escena de la película UP.

Me gustaba montarme en el tren cuando no sabía que hacer. Cogía una mochila roja llena de cosas absurdas y me la colgaba a la espalda (así llevaba un pedacito de mí para no perderme). Pagaba el billete sin prisas y esperaba sentada en aquellos asientos incómodos a la vera del andén. 
Después me montaba en uno de ellos, siempre junto a la ventana, para poder observar el exterior desde dentro de un vagón desierto. Colocaba la botella de agua fría en el posabrazos de la silla y esta se agitaba sin llegar a caerse. Sacaba del bolso un cigarro medio consumido y daba pequeñas caladas, viendo salir el humo y esparcirse por la habitación. Pegado a la puerta de salida, un cartel que rezaba "sala de no fumadores". Eran las doce de la mañana aquí y la una en casa. 
Recordaba a las muñecas de trapo que atábamos a globos de miles de colores y soltábamos en el cielo de las mañanas de marzo, antes de que la lluvia se apoderara de todo, antes de que los recuerdos volvieran a florecer con la primavera. El otro día, camino de casa después de volver del trabajo, me encontré a una de ellas colgada de un poste de madera. Una niña intentaba cogerla. 

Te gustaba montarte en el tren cuando no sabías que hacer. Ahora que no estás tus recuerdos y tu vida se han mezclado con la mía de repente. 
Y no sé si quiero quitármelos de encima. 

3 nov 2010

Le había contado tantas veces las pecas de la cara...

Sentados uno frente al otro, se observaron durante varios minutos y sus miradas pobladas de sentimientos se cruzaron como tantas otras veces. Los tranvías pasaban ante ellos y algunos se paraban, vomitando a gente de bufandas largas, abrigos negros y gorros de lana.

True quería ver aquellos ojos oscuros, aquel cabello negro y liso, aquella sonrisa atrevida y esas ganas de vivir por vivir, de gritar. Le gustaban sus uñas largas, como cruzaba las piernas y la forma que tenía de tocarse un mechón que se había escapado de su peinado perfecto. 
Lie quería quedarse observando durante tiempo indefinido, con las agujas de los relojes parados y oyendo solo su respiración acompasada. Las nubes pasaban sobre ella y los tranvías rojos parecían no querer recogerlos nunca. Le había contado tantas veces las pecas de la cara que lo sueños parecían reflejarse en cada una de ellas. 
El aire 
y el tiempo 
decidieron 
pararse 
de repente.

9 oct 2010

Tengo sonrisas y marionetas encerradas en cajas de cartón.


Se aproxima el invierno y la lluvia repiquetea contra mi cristal. 
Escribo con lápiz de grafito historias que nadie debería contar, sueños que deberían guardarse en baúles llenos de polvo, escondidos en la buhardilla. El tiempo allá fuera parece congelado y las manillas del reloj se han parado a las doce y cuarto. Ya no suena ningún tic, tac. No recuerdo las tardes de abril ni las flores de pétalos rosados. Hace tiempo que el color del verano se desvaneció y los colores fríos reemplazaron a los cálidos. 
La nieve cae
sobre el techo rojo
de esta casa con fachada blanca. 
Lo que siento y lo que digo lo guardo en tarritos de cristal con tapas de chapa que he conseguido de la mermelada que tengo en los armarios de la cocina. Tengo también sonrisas y marionetas de esta vida encerradas en cajas de cartón, que tienen escrito a bolígrafo negro palabras extrañas que espero no olvidar nunca
porque son tan bonitas
que me hacen llorar. 

16 sept 2010

Las sirenas (no) saben soñar.

- Los adultos viven en peceras...
- Ya me había dado cuenta.
-  ...y los niños viven en océanos, como las sirenas, con miles de sueños.- completó.
- Eso no es cierto.
Ambos se miraron, sentados en las escaleras de la puerta de su casa.
- ¿A sí?¿Por qué no es cierto?- enarcó una ceja.
- Porque los niños viven en un metro cuadrado, pequeño, pequeño, todos amontonados. Quien desea salir de ese metro cuadro es raro, quien sueña con soñar... es raro.
- ¿Un metro cuadrado? ¿Un metro cuadrado de dónde?
- De ese puñetero océano.

11 sept 2010

Beyond your dreams...

Hierba fresca, olor a mar, descripción inexacta. Oscuridad debajo de la cama, rayos de luz que traspasan la ventana, cortinas mecidas por el viento, un amanecer inacabado, cuadros pintados al óleo, rocío de la mañana, almohada azul, pájaros de picos dorados, plumas sobrevolando cabezas, palabras que se han escapado. Fotografías junto al atardecer, bancos recién pintados, sonrisas en labios gélidos, zapatillas de ballet danzando, colchas tendidas en la azotea, una mecedora junto a la puerta, el sonido de un motor que queda ahogado por el tiempo. Un sombrero volado, una sombrilla rota, caramelos esparcidos por el suelo. Chocolate, menta, fresa, naranja, limón y olor a rosas. 

30 ago 2010

Ya no quiero saber nada más de historias de amor...

Bueno, anunciaros que "Ni en el blanco de los ojos" se acabó por el momento y que dentro de poco aparecerá "La chica del paraguas azul"... y que la imagen, por supuesto, es de Norae Lebowski.

"Ya no quiero saber nada más de historias de amor." Se dijo una mañana, nada más levantarse "todo lo que dicen no son más que cuentos." Por entonces no tenía más de ocho años y soñaba con Peter Pan, con Campanilla y con no crecer nunca.
El problema era que no sabía que uno crece, avanza, y que el amor se encuentra. No se dio cuenta hasta que lo tuvo delante, hasta que ya no podía huir de él ni de sus problemas. Todos sus miedos se reflejaron en sus iris pardos. 
No sabía lo que era el amor, nunca había tenido que enfrentarse a él, ni experimentarlo... y cuando lo hizo gritó al cielo llena de rabia por fuera y por dentro.
La vida la había estafado, la había engañado. Había crecido y Peter Pan se alejaba corriendo, con prisas. Ahora no era más que una Wendy adulta, que iba alejándose del País de Nunca Jamás... y ese jamás se convertía en siempre. 
La vida nos da regalos, nos invita, y nada más que hay que saber aceptarlos.

27 ago 2010

Ni en el blanco de los ojos (5)

Dani tiene un padre del que se siente orgulloso. No es rico, no tiene fama y ni siquiera ha salido nunca en la televisión. Algunos niños de su clase se ríen de él a carcajadas y le dicen que se deje de tonterías y de presumir de algo que es penoso. Hay veces que Dani se tiene que morder el labio inferior para no llorar e impedir que las lágrimas broten de sus ojos. Su padre ha llorado muchas veces, a escondidas, porque no quiere que la gente le vea frágil e impotente, pero su hijo se asoma por la rendija de la puerta sin que él se de cuenta y lo ve casi todas las noches. Allí solo, tirado en la cama como un niño pequeño que no sabe más que patalear.
Al principio, cuando las cosas acababa de suceder, todo el mundo los miraba con respeto y agachaba la vista como si les diera miedo mirar aquellos ojos llenos de dolor. De repente los profesores, los niños y muchas personas que apenas conocía se volcaron con él y le dieron ánimos falsos de los que pronto se olvidaron. Ahora él no es más que un niño que estudia en un colegio como todos los demás.
Su padre se desahoga con lágrimas y él lo hace a través de versos y párrafos en las servilletas de los hostales en los que duermen. 
Y si ya no nos queda nada dime porque te fuiste,
ahora somos dos sombras en lo oscuro de la noche...
Solos, sin nada, caminando sobre el barro de la lluvia de un ayer lejano.
Deja que cuente estrellas como lo hacíamos los dos
una, dos, tres, cuatro... y tengo la esperanza
la vana esperanza... de que tú seas una de ellas
mamá.

Álvaro tiene un padre del que está más que harto. Cada año, por su cumpleaños, le hace regalos que él ni siquiera quiere. Por su doceavo cumpleaños le regaló un coche teledirigido color rojo... ¡Color rojo! Y mira que le dijo veces que lo quería azul. Pero es que a Álvaro nadie le hace caso. Su madre anda de aquí para allá, siempre liada, con miles de trabajos por delante. Está en Dublín, en Edimburgo, en Kyoto, en Pekín, en Tolouse, en Roma, en Venecia o en Washington... pero nunca en casa. Era el día de la madre y ni siquiera le pudo dar el regalo que le había comprado. 
Sus amigos y compañeros le miran con envidia. Vive en una bonita mansión a las afueras de la ciudad y va al colegio en un perfecto coche caro que todo el mundo se queda mirando. Álvaro sueña algunas noches que del coche sale su padre y le lleva al colegio. Como todas las mañanas el que sale del coche es Roger, el mayordomo tan viejo y tan clásico que es más padre que el de verdad. 
Las mañanas del sábado hace fiestas en su casa e invita a todos los niños populares de la clase. Están siempre Anton, Claudia, Cristina... y el ego de cada uno les acompaña. 
- Esta es mi casa-explica-el cuarto está en la tercera planta y se puede subir en ascensor. 
No hacen falta más de dos segundos para que todo el mundo esté dándole a los botones de este y subiendo y bajando. 
Pero a Álvaro nada de esto le hace feliz, no todo lo feliz que desearía estar. Por eso exige, exige tanto. Por eso pide siempre cosas caras que después no usa u obliga a sus padres a apuntarle a deportes que deja en pocos meses. Y en realidad le daba igual que el coche fuera rojo o azul, o amarillo o blanco... solo quería que él y su padre fueran juntos a comprarlo. 
Pero él nunca entró en la tienda de juguetes, y al final fue Roger quien lo encargó para que se lo trajeran a casa.

2009-2017. Todos los derechos reservados a Ali Alina.