3 ene 2010

Fragmento de DIARIO 2.543

Este es un fragmento de la historia que estoy escribiendo ahora (pag 74 y 75):

Cuando somos pequeños todo nos parece un juego que hay que seguir a toda costa. No importa si no tenemos nada, o si lo tenemos todo, no importa si estamos en guerra o si hay paz, los niños pequeños no se dan cuenta de nada y lo ven todo como un juego. Saco esta reflexión a la luz porque acabo de recordar una escena de cuando era pequeña, una escena que ha hecho que se me escapen unas lagrimillas. Aunque Raya y 43 me hallan dicho que no evoque o rememore los momentos de antaño, para mí es tan imposible...

Así que aquí estoy, con un pañuelo en la mano y los ojos rojos. ¿Pero que culpa tengo yo si todo el pasado, todo lo anterior ha sido mi vida? ¿Cómo no recordarla? Bueno, voy con la escena...

Era un día de verano y yo lucía mis mangas cortar orgullosa. La abuela salió del salón con paso firme y nos miró a todos literalmente por encima del hombro. Después de eso esbozó una sonrisa, corrió todo lo rápido que podía hacia mi y me alzó en vilo, como si no fuese más que un peluche. Recuerdo sus arrugas, sus mofletes aún colorados, ella recién levantada, sus dientes blancos... ¿por qué se olvido de mí? Y una cosa que lleva a otra, un recuerdo tan simple como ese que me ha llevado –casi sin quererlo- a reflexionar sobre todo y a obtener una conclusión; cuando somos niños no nos damos cuenta de nada. También lo digo porque en ese momento yo pensaba que la abuela estaría allí para siempre, que sería por toda la eternidad mi abuela y que la querría tanto que no creía que pudiese irse. Por suerte aún no ha sucedido tal cosa.

2009-2017. Todos los derechos reservados a Ali Alina.