25 abr 2010

El balcón y las flores moradas

Regreso de Segovia... aprovechando estas ferias, así que no he podido escribir. ¡Besos! Actualizando...


Paseaba por la calle, sintiendo el sol primaveral sobre mi piel. Mis pasos me guiaban por callejuelas pequeñas, donde la sombra de los edificios entristecía y oscurecía el cielo azul. Cerré los ojos e inspiré el aire de la mañana, impregnado del olor a flores y de la lluvia del rocío. Aún podía distinguir las gotas sobre hojas moradas. Levanté la vista cuando el sol volvió de nuevo a rozar mi pómulo. Se atrevió a juguetear con mi pelo, a iluminarlo, haciéndome parecer pelirrojo. Levanté entonces la vista y me encontré con la fachada de la casa, la casa y el balcón pintoresco, sostenido por la nada, allí en los alto. La madera pintada de violeta, acorde con
aquellas flores que había visto en el parque, nacidas entre la verde hierba. Una muchacha se asomaba a él, intentando disfrutar también de aquel sol blanco que destilaba calor. Vestía de lino, y las chancletas casi caían bajo el precipicio que se abría a sus pies. Era bella, de pelo moreno y liso, de esas que sonríen por cualquier cosa, que viven por vivir y sin preocupaciones, sin problemas, alimentando con su belleza a los demás.
Como las flores moradas del parque escondido cuesta abajo.






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