Son las dos de la mañana y no dejo de pensar en ti. Pienso en los espacios de tu cuello, en los espacios de tus dientes, en el poco espacio entre nosotros cuando hacíamos el amor durante toda la noche.
Y si me llevo una mano a la boca, aún están tus besos cómo marca registrada que me has dejado entre los pliegues de la piel. Está todo lo que me gustaba de ti, cada fragmento perdido de tu personalidad, incluso aún conserva el colchón los cráteres que dejabas al acostarte buscando tu espacio entre las sábanas.
Porque el aire que antes respirabamos juntos ya te echa de menos
y más que él, aún más que él, te echo de menos yo.