Me perdí en el mapa de tu piel y caminando encontré recuerdos, frases ingeniosas e imágenes que se iban tan rápido como venían, el conejo de Alicia en el País de las Maravillas, que corría demasiado deprisa. Encontré (también) dos nubes de algodón rosa, purpurina gris guardada en botecitos de madera, papeles arrugados con el verbo Be acompañado de miles de palabras distintas. Be you. Be happy, notas y cuadernos, estuches llenos de lápices de madera, lobos con fauces abiertas, una cámara gastada que guardaba instantáneas. Pájaros de papel, cometas hechas a mano, un punto y aparte, una lista interminable de nombres inventados y de momentos especiales -para ti, solo para ti-.
Me encontré todas tus amigas de la calle 13, a los coches que tuviste, a los taxis en los que te montaste. Encontré unos ojos canela y un mar sin agua, una playa llena de turistas y una regla rota. Dos palmeras torcidas, un dibujo inacabado, un corte de manga, un corazón de plastilina y once muñequitos de papel.
Me encontré a mi. Pero no a ti.
Ni a nadie ni a nada que de verdad quisieras.