13 feb 2010

Crónicas de estar por casa VIII

Supe que, de algún lejano rincón, saldría la realidad. Que no me quedaría allí, sola con mi alma, después de algo que no había hecho. Supe que cuando menos me lo esperara vendría una música misteriosa que daría color a este momento tan extraño, raro y oscuro. Que en ese momento bailaría hasta reventar.
Pero cuando entré en casa supe que nada había sido así. Y llore desgraciada.
La casa silenciosa, la cama sin hacer, tal y como yo la había dejado antes de irme, un mundo vacío y frágil que nadie se había atrevido a tocar. La llama, la chispa de mi vida se había apagado para siempre, que me había quedado sola, sin nada... y para mi sorpresa, el radio-caset encendido, dejando sonar a la quinta estación.
Es cierto que estoy cansada, que no quiero escuchar nada, pero esa canción me hace cerrar los ojos y llorar por algo que no puedo aún entender. Cojo mi paraguas lleno de polvo y lo abro, intentando protegerme de la lluvia de la desgracia.
¿Dónde estaba el ahora, ahora que lo recordaba?Mi corazón iba tan lento que parecía a punto de parar. Estaba sola, y seguía siendo la misma... pero algo en mi había cambiado, alejándome de todos para siempre.
Olvidándote, encontrándote, dejándome llevar por una cuerda invisible que no alcanzo a ver. A la canción le queda tan poco de vida, apenas dos minutos... pero no importa, así podemos pasar a la siguiente y dejar de llorar ya.
La música agota su letras, lentamente, vagamente, como un viejo coche desgastado que ya no puede dar más de sí. Tres segundos y un adiós.

2009-2017. Todos los derechos reservados a Ali Alina.