14 dic 2010

A lo mejor me guardo los "te quiero" para luego.

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Este es el secretito desvelado, para verlo pincha aquí.

No dejo de escuchar canciones tristes y de utilizar palabras absurdas que no sirven para nada. Creo muletillas que ni siquiera existen para poder participar en la conversación y no quedarme solo escuchando. Carlos me ha dicho que si hay cuatro personas y una hora para hablar a mi me corresponde solo un cuarto, pero tengo muchas cosas que contar y historias que al final siempre dejo para luego. 
El reloj ayer dio las doce de la noche y yo seguía tumbada en el sofá observando la pared de los años sesenta llena de estampados que hacen que recuerde cosas y sentimientos dolorosos que no quiero ver más (porque un día los guardé con llave en el fondo de mi corazón). Entiendo poco de lo que me cuentas a veces, pero escucho porque siempre llevas razón y porque Carlos me dijo que no era mío el tiempo de los demás, que a eso se le denominaba egocentrismo. Es una enfermedad difícil de curar que todos reconocen en los demás (pero no en ellos mismos).
Ayer cogí un tarro del armario y lo llené con corazones y sentimientos de mentira, porque quiero que dentro de mi solo quede realidad. 
¿Y sabes qué? A lo mejor me guardo los "te quiero" para luego.

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