Música: Birds of Flims -Sun Kil Moon.
Pájaro ingrávido, pedazo de sol, déjame salir, que quiero ver la luna.Que quiero verla en medio de la noche, en lo alto, y que me de un trozo de ella, de esos que se le caen cuando muda la piel y aparece mediana y desnuda.
Ay, pájaro solar, que si te acercas más me van a arder las plumas de mis alas, que no estoy hecha más que de retazos de noches de luna nueva. Ay, pájaro, no. Que me hago cachos, que me deshago si no puedo ver a mi bella luna, si aparece el sol y no estoy dormida. Si te acercas más, y tocan mi piel tus rayos amarillos, se me librarán las ataduras que mantienen mi estructura, y me desvaneceré, y seré viento, pero nunca más carne y roca.
Si te acercas más, guardián solar, tus plumas arderán con las mías, y la combustión será enorme y olerá a ceniza. Y ya no podremos volar, porque no seremos materia, porque volar para siempre significa, al final, olvidar el placer de batir las alas después de caminar por la tierra. Volar eternamente significa dejar de volar.
Pero es tarde para mí. Tu abrazo es tan calido que me abrasa las entrañas, y me siento arder. Toda yo. Mis alas que jamás he batido antes de hoy, que son parte ya de un pasado en el que no me reconozco, en el que nunca supe arrancar el vuelo, desaparecen. Y, en secreto, me doy cuenta de las noches en las que olvidaba mirar a la luna para mirarte a ti, del deseo al fondo del estómago por tocarte la piel y salir al sol sin tener miedo a arder como una hoguera.
Ahora, somos hoguera los dos, y cierro los ojos y decido no tener miedo nunca más, porque no debo temer al sol, porque la luna no teme al sol, y yo soy parte de ella. O ya no lo soy nunca más, porque se me caen los trozos por la arena. Pero no me suelto a recogerlos. La calidad de tu abrazo me rehace. Me rehace de nueva materia, de fuego y de asteroides, del frío de los trozos de luna que he conseguido agarrar, de la noche que iluminas con el eclipse de tus brazos rodeándome la espalda.
Eres el guardian del sol, y te separas de mi, y de repente me invade un frío que estaba allí desde el principio, pero que yo no notaba porque no sabía lo que era el calor. Y ya no tengo alas, y tu no tienes alas, porque se han quemado en la combustión. Y los trozos que me quedan en la piel, las bases de mi nueva persona, se han soldado unos con otros y parecen inamovibles. Y a ti te cruza la cara, un rayo de astro lunar, que se te ha quedado pegado por mis lágrimas.
No somos los mismos, tú y yo, y no tenemos alas, tú y yo, y ya no perteneceremos nunca más ni al sol ni a la luna porque nos hemos vuelto impuros. Pero a quién le importa si tu me acabas de prometer que juntos nos vamos a volver dejar crecer las alas de nuevo.
Unas alas más largas, en las que se mezclan la oscuridad de las estrellas y la luz de una puesta de sol.