28 abr 2024

La vejez

Admirar la vejez, al caminar por las calles. La cara ajada, el pelo canoso, las expresiones atravesadas en los surcos de la piel, entre las cejas, y las pecas de los dedos. Observar el mundo con ese ralentí, o con esa cojera. Y carraspear la voz, para luego contar alguna historia.
A veces, las personas se pierden en su edad, se transforman como mudándose la piel. O tal vez seamos nosotros, que los transformamos en nuestras mentes con nuestros estigmas y nuestras preconcepciones. Creyendo que son una cosa distinta a nosotros, metamorfoseamos sus personalidades y sus actitudes a través de la ignoracia. Queremos aislarlos de nuestro "yo" porque sabemos, en el fondo, que se trata de un espejo. Uno que nos recuerda nuestra vulnerabilidad y que somos entes finitos.
Odiamos como sociedad a esos seres que conforme pasan los años son cada vez más ciegos, más sordos, más tartamudos y más olvidadizos. No queremos envejecer, porque no queremos parecernos a ellos. Y solo mediante la romantización nos acercamos a su abismo a través de frases ñoñas y paternalismo. El resto del tiempo, los invisibilizamos.

Hoy, sin embargo, al pasear entre las sombras de los árboles, la mente ha dado un salto de esos que tanto me gustan, y se ha posicionado, camaleónica, para ver las cosas desde otro lugar. Y he admirado. Admirado porque sueño en poder ser un día como ellos. Con poder mirar hacia atrás y haber vivido una vida entera. Una llena de conversaciones, de días aburridos, de momentos de soledad, de viajes extraños dentro y fuera de uno mismo, de abrazos y de besos y de peleas. Días de enfermedad y días de gloria. Porque si en el futuro tengo arrugas en la piel, y el pelo canoso y ralo, y me duelen las articulaciones, entonces significará que sigo aquí, y que no me quedé por el camino. Que no me fui demasiado pronto y que me dio la vida, la oportunidad de seguir. Un día más, una semana más, un año entero. Con el miedo no de envejecer, sino de no hacerlo.

Así que aquí, con mis veintisiete, espero algún día mirarme en el espejo y llevar toda una vida atrás, en la espalda, y que esta se refleje en cada centímetro de mi piel, en las deformidades y fallos de un cuerpo que no contendré.
Sí...
Menuda 
obra 
de arte. 


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