Es tan fácil abandonarse... tanto por dentro, como por fuera. Dejar huir al alma, a la vida, quedarse estancado en un punto, no retroceder hacia atrás ni hacia delante. Y no salir de allí. Divisar el alo de luz, el túnel, su final, y no poder movernos, quedarnos sin fuerza.
Bajar una escalera que no lleva a ninguna parte, y después no poder volver a subir de nuevo, como si una valla lo impidiese, como si una barrera invisible estuviera estancada ahí, y por mucho que empujásemos jamás podríamos tirarla. Una barrera que creamos nosotros.
Solos... adiós... palabras lúgubres que creemos que nos definen.