12 jun 2010

Del corazón al corazón (Relatos dedicados a imágenes IV)


Somos muñecos articulados, unos nuevos, otros desgastados.
Sueño contigo esta noche, y me equivoco al pensar que utilizas mi corazón de almohada. Creo, pienso, bacilo, suspiro y duermo en la noche de luna llena y estrellas de colores indefinidos. Junto las piernas, rodilla con rodilla, pantalón de pana y rotos en la tela blanca. Suena al fondo el arrancar de un coche, que deja humo gris y se va rompiendo el silencio de la noche. Mis oídos están sordos, nos quedamos tú y yo en silencio, distanciados por el tiempo y por el mundo. Parece que la carretera de nuevo vuelve a vibrar con la llegada de nuevas vidas. Como cuando tú llegaste, que después te fuiste y ya está.
Ni adiós, ni hola, solamente agonía.
Abrazo el corazón rojo, oculto entre la maraña de raíces que han ido creciendo alrededor. Otra vez me quedo yo, otra vez soy solo un cuerpo. Corpóreo, material, sólido, pero vacío. ¿Pensarás tú en mí ahora?
Incluso me parece oír a las estrellas cantar, llantos sofocados de mariposas blancas, rechazas por los colores vistosos de la sociedad. Pura belleza.
Que solo soy una muñeca articulada, solo eso, que el ser humano no puede vivir solo, porque muere de miedo, de soledad, de silencio.
Somos muñecos articulados, unos nuevos, otros desgastados.

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