24 oct 2010

Desconexión.

Las olas de la playa me recordaban a caracolas huecas que inundaban mis oídos. La arena se arrebujaba entre los dedos de mis pies descalzos y el tiempo parecía haberse parado de repente. En aquellos momentos, podíamos permitirnos decir cosas tan idiotas como te quiero. Aislados del mundo, nos sentamos uno a la vera del otro y vimos la puesta de sol acurrucaditos, pecho contra pecho, corazón contra corazón, alma contra alma. La vida nos sonrió indecisa.

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