Sentados uno frente al otro, se observaron durante varios minutos y sus miradas pobladas de sentimientos se cruzaron como tantas otras veces. Los tranvías pasaban ante ellos y algunos se paraban, vomitando a gente de bufandas largas, abrigos negros y gorros de lana.
True quería ver aquellos ojos oscuros, aquel cabello negro y liso, aquella sonrisa atrevida y esas ganas de vivir por vivir, de gritar. Le gustaban sus uñas largas, como cruzaba las piernas y la forma que tenía de tocarse un mechón que se había escapado de su peinado perfecto.
Lie quería quedarse observando durante tiempo indefinido, con las agujas de los relojes parados y oyendo solo su respiración acompasada. Las nubes pasaban sobre ella y los tranvías rojos parecían no querer recogerlos nunca. Le había contado tantas veces las pecas de la cara que lo sueños parecían reflejarse en cada una de ellas.
El aire
y el tiempo
decidieron
pararse
de repente.