Hemos escarbado en la arena de la playa con el abuelo para ver si llegábamos a la otra punta del mundo. La tierra que sacábamos la hemos guardado en cubos rojos y azules que, según Sisi, no combinaban para nada. Ahora la tierra parece fango por la lluvia que ha caído sobre el balcón en el que los dejé cuando volvimos a casa.
El abuelo se ha sentado en la silla delante de la ventana y se ha apoyado en el bastón (El amanecer alumbrado en sus ojos y el sol poniendose poco a poco hasta que el horizonte se ha llenado de estrellas).
Hay sobre la cama una concha que hemos descubierto los tres en el fondo de la playa.