Eras solo un niño y, entre mis brazos, creaba cunas para dormirte. Te miraba a los ojos, esos grandes ojos negros que aún hoy tienes, y me decía "este niño va a hacer grandes cosas" porque con esa chispa que veía dentro de ellos era imposible no saberlo.
Cuando te caíste por primera vez todos se rieron, te señalaron con el dedo, como si ellos no tuvieran errores, y cuando triunfaste por primera vez te recordaron, llenos de celos, el momento en el que tropezaste y te llenaste la corbata, el pelo y el rostro de barro, pero nadie te felicitó, nadie se acercó a ti, te tendió la mano y te regaló una sonrisa.
Y a lo largo de los años, en medio de tantas derrotas destacadas y tantos triunfos hundidos, has empezado a pensar que no vales, te has retrasado, te has refugiado en el pelotón. ¿Sabes qué? Solo eres un cobarde. Esperas que alguien vaya a por ti, alguien que te diga que eres el mejor y que te saque de toda esa mierda, pero no te das cuenta que tienes que hacerlo tú, solo.
¡Y si sólo los valientes triunfa piensa que eres valiente! ¡Si sólo los intrépidos triunfan piensa que eres intrépido! ¡Si sólo los inteligentes triunfan piensa que eres inteligente! Porque lo que tú creas nadie, por muy déspota que sea, podrá quitártelo ¡Así que deja de llorar, porque si sabes lo que vales sal ahí fuera, delante de todos, y consigue lo que te mereces!
(Sal ahí fuera y cómete el maldito mundo hasta que no quede nada en el plato).
(Sal ahí fuera y cómete el maldito mundo hasta que no quede nada en el plato).