La radio del 600.
Conducías a mi lado, por una carretera en lo alto de un montaña bajo la cual descendían metros y metros de árboles agarrados a tierra por cada una de sus raíces, aguantando como robles la presión de la gravedad. En la radio sonaba algo. Algo triste, de eso sí me acuerdo. Yo llevaba puesto el cinturón, pero cuando giramos la curva y las líneas de la carretera se hicieron continuas por la velocidad (efecto óptico en la cuenca de los ojos) me lo quité y te miré. Tenías la vista fija en la carretera, y éramos tú y yo en medio del infinito. En medio de la nada que unía tu ser y el mío. Saqué medio cuerpo por la ventanilla y gritaste asustado. Me agarraste por el cinturón y entramos en un túnel. Todo estaba oscuro y desierto. Oía tu voz sonar como un suspiro, aliento en medio del silencio, y sonreí mientras me hablabas enfadado, con la voz ronca del miedo.
(No dejes de hablar en medio del túnel -te dije-No dejes).