8 abr 2010

La tierra del orgullo, el paraíso que nunca encontraste.


Había un lugar feliz, en algún lado, lo sabía, lo presentía.
Pero no podía alcanzarlo.
Era como alargar la mano intentando atrapar el aire, una cosa vaporosa y escurridiza que se escapaba cuando pestañeábamos. Parecía que no quería que la tuviésemos entre nuestras manos, quería ocultarse a nuestros ojos y huir hacia al atardecer, cuando el sol se ponía. Hay veces que todo era absurdo, tonto y a su vez maravilloso.

Había un lugar feliz en algún lado, lo sabía, lo presentía.
Pero no podía alcanzarlo.
Era como juguetear con la ironía, ese instrumento que solamente quiere ver el lado bueno de las cosas. La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe*. Tal vez por eso no lloraste tú cuando no diste con lo que ansiabas, solamente sonreíste con esperanza, pensando que tal vez encontrarías otro lugar mejor.

Pero te perdiste en la noche, entre la niebla, y las ansias de encontrar un paraíso se fueron contigo.

*Frase célebre de Jacinto Benavente.


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