29 jul 2012

El viento de París.

Desde pequeño había soñado con viajar. Recorrer un millón de continentes, visitar todos los museos del mundo, todos los monumentos, admirar la Torre Eiffel desde abajo, dar vueltas sobre sí mismo, cerrar los ojos y disfrutar del viento de París. Se imaginaba en Nueva York, rodeado de altos edificios que le hacían cosquillas al cielo y conseguían que riera, subiendo en ascensor, con las manos pegadas al cristal y el vaho en el vidrio, el mundo a su alrededor quedándose pequeño, pequeño, muy pequeño.
Soñaba con agarrarse a las alas de un avión y hacer surf entre las nubes, con andar con zuecos y hablar mil idiomas. Enamorarse de una italiana, y pasear en góndola cantando una buena canción, mientras ella lanzaba carcajada que se perdían entre Abril y Septiembre.
Y despertó, y las nubes, aviones, torres y góndolas desaparecieron por la ventana.
(Adiós).

18 jul 2012

Sus imperfecciones la hacían tan hermosa...

Me gustaban sus pies pequeños, y su boca grande. El miedo que sentía a la oscuridad, cuando se aferraba a mi brazo y se mordía los labios y buscaba refugios escondidos en mis sonrisas. Lo mal que cantaba, y los versos tan hermosos que contenían sus notas rotas, las frases que lanzaba al aire y dejaba escapar para aquel que quisiera escucharlas. Limpiábamos las casas el sábado tarde en vez de ir a discotecas y ella agarraba la fregona -micrófono privado-, saludaba a su público y empezaba a hablar de cosas tan bonitas como la soledad. 
Me gustaban sus ojos de princesa, tan brillantes que eran cómo farolas en la oscuridad, e iluminaban mis sombras cuando el sol se había ocultado tras las montañas. Sus curvas sinuosas en las que te perdías como si fueran un tobogán, el collar de conchas que se hizo el Sábado 13 cuando fuimos de excursión a la playa y acabamos fundidos con los peces debajo del agua.
Me gustaban sus suspiros de chica apurada, su pelo cayendo a cascadas, cuando arrugaba la nariz y las pecas se perdían entre los pliegues, y los besos que mandaba a la Luna cuando creía que nadie la miraba.
Porque me enamoré de sus imperfecciones, 
y aún hoy el corazón me late al recordarlas...

8 jul 2012

Luciérnagas en tu ventana.

Hay un lugar donde viven los sueños. Un lugar que aparece cuando se apagan todas las luces y se cierran las puertas, las ventanas, y se deja volar la imaginación. Ese lugar está tan cerca que no lo vemos, pese a que de un salto podemos alcanzarlo con la mano. Es tan visible y distante como el cielo. Y cuando volamos como pájaros sobre el mar, luchamos frente a molinos gigantes de viento o besamos unos labios que nunca tendremos, sonreímos con los ojos cerrados. Hay un lugar donde viven los sueños. El lugar dónde se acumulan las luciérnagas, los piratas de pata de palo, los astronauta y todas y cada una de estas historias. 

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