Mostrando entradas con la etiqueta defectos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta defectos. Mostrar todas las entradas

26 ene 2011

A la deriva

Estoy tan vacío por dentro que ya no me quedan lágrimas -las he gastado todas cuando lloraba sentado en las escaleras, mirando a través de la ventana el cielo lleno de un puñado de estrellas-. Toco el violín por las noches y confundo las notas sin que nadie se de cuenta. Ando por las calles con los ojos cerrados, lento, muy lento, casi con pasos de hormiga. Voy en un barco de madera que me ha costado construir cuatro días y cincuenta noches. Pienso en ti cuando no hay luna llena y recuerdo tu redundancia al hablarme de tus sueños y los cuadros que había colgado en la habitación de la vecina. 
Me levanto sin puntos y sin comas, sin palabras. Trago saliva. Tengo los ojos grises porque se han quedado vacíos y tú te empeñas en pintarlos de verde, como las briznas de hierba que hay en el portal, junto a la puerta. 
Cuando no pueda más me iré poquito a poco, sin prisas, con la música de un piano negro de fondo. Pero mientras tanto pronunciaré la palabra esperanza -que tanto me encanta-. E iré hacia arriba, a la deriva, hasta que el infinito desaparezca.

4 ene 2011

Memorias de un cuaderno teñido de verde.


No quiero escuchar más a Peter Pan ni a sus cuentos de hadas. Odio que me digas que te quiero y suenen a palabras vacías y huecas. No puedo soportar las mañanas porque ya no huele a mantequilla con tostadas y porque los gritos ascienden hacia el cielo y se desvanecen entre las nubes. 

La abuela Tan escribe todas las noches, cuando el mundo se ha ido a dormir y nadie puede verla. Algunas veces le inspira la Torre Eiffel, otras el mar en calma que se ve por su ventana. A la abuela Tan le gusta desahogarse en las letras y dejarlo todo plasmado en papeles de una libreta verde que esconde en la funda de la almohada. Si su marido la descubriese (letras rebeldes entintadas) no le quedaría ni para secarse las lágrimas. 
Cuando él se va a trabajar sale de casa enconvarda, con la toquilla negra y una bolsa de cuero que le regalaron por la primera comunión y que aún conserva. Se mezcla entre la hierba alta del prado y tumbada sobre el mantel de cuadros escribe y escribe hasta que se le agotan las palabras.

En el Homenaje bloggero de María he salido 
tercera en los votos y el premio era una
 entrada de la que estoy muy orgullosa. Click.

31 dic 2010

Querida Ellie...


Es sentarse en una hamaca y abrir el álbum de fotografías viejas que ya apenas recordabas. Es llorar con una película de la que nadie tiene ganas y saltar a la comba con amigos que no veías desde la infancia.
Tu recuerdo patente en mi mente, la imagen de tus besos, de tus caricias y de tus sonrisas, de tus verdades y de tus mentiras, de tus sueños y de tus palabras hondas. 
El iris azul y la pupila que se dilataba en las noches oscuras cuando hacíamos de exploradores intrépidos y viajábamos al universo en busca de estrellas perdidas y de cohetes extraviados. Nos gustaba hacer barcos de arena en la playa y esperar a que la marea se lo llevara (éramos como piratas  que surcaban los océanos y luchaban en alta mar a los que les gustaba pedir helados de fresa con cacahuetes).

Querida Ellie:

No sé que decirte de lo que ocurre ahora aquí. Las cosas se han vuelto del revés y no le encuentro sentido a nada. Sin ti no sé sonreír y cada vez que veo tu sillón vacío los recuerdos penetran en mi mente y hacen que el tiempo parezca insoportable. Aún guardo en la cesta de mimbre los billetes de viaje que ya no sirven para nada. Los cuadros que pintaste, las fotos que te tomaste, todo me rodea y me aprisiona, todo hace que esto se convierta en agonía y desazón. Maldito recuerdo. Malditos recuerdos...
Querida Ellie, no sé porque te fuiste así sin decir nada y me dejaste solo, vacío y muerto. Eras tú mi medio corazón y la parte positiva de mi cuerpo. Necesito que vuelvas. Necesito que estés aquí para empezar de nuevo.
Te necesito para vivir.

Con cariño, Carl.


Esta entrada cargada de recuerdos es lo que dejo para finalizar el año 2010, que se va con más de 700 seguidores. Entre las personas a las que tengo que dar las gracias se encuentran anasthinkings, meryC, palabras dulces, María, Blisay, Blanca, Palabras perdidas, Madison N.Chesire, la Srta. While, Niicky Gray, Laura Drop. R y SemiElfa Mish.Porque fueron las primeras que me siguieron, que creyeron en mí cuando apenas tenía seguidores y era una niña que se internaba en esto de blogger. Muchas gracias a todas y que sepais que os seguiré y leeré siempre.

14 dic 2010

A lo mejor me guardo los "te quiero" para luego.

Para leer este relato dale al pause del reproductor y al play de esta canción.
Este es el secretito desvelado, para verlo pincha aquí.

No dejo de escuchar canciones tristes y de utilizar palabras absurdas que no sirven para nada. Creo muletillas que ni siquiera existen para poder participar en la conversación y no quedarme solo escuchando. Carlos me ha dicho que si hay cuatro personas y una hora para hablar a mi me corresponde solo un cuarto, pero tengo muchas cosas que contar y historias que al final siempre dejo para luego. 
El reloj ayer dio las doce de la noche y yo seguía tumbada en el sofá observando la pared de los años sesenta llena de estampados que hacen que recuerde cosas y sentimientos dolorosos que no quiero ver más (porque un día los guardé con llave en el fondo de mi corazón). Entiendo poco de lo que me cuentas a veces, pero escucho porque siempre llevas razón y porque Carlos me dijo que no era mío el tiempo de los demás, que a eso se le denominaba egocentrismo. Es una enfermedad difícil de curar que todos reconocen en los demás (pero no en ellos mismos).
Ayer cogí un tarro del armario y lo llené con corazones y sentimientos de mentira, porque quiero que dentro de mi solo quede realidad. 
¿Y sabes qué? A lo mejor me guardo los "te quiero" para luego.

8 dic 2010

Son solo 2 cucharadas de miel

Imagino que será difícil para ti, que con esta canción triste de fondo despedirse puede resultar el doble de duro. Pero dime, no sé si las palabras se han ahogado en tu garganta mientras veíamos el sol cruzar el horizonte, dime que es lo que sientes cada vez que recuerdas las tardes de primavera y decías te quiero de forma automática, como si los gestos y los sentimientos se convirtieran en rutina diaria. 
Dime, maldita sea, dime la verdad. Habla porque sé que tienes mucho que contar sobre nosotros, mucho que contar sobre el mundo y su crueldad, sobre los copos de nieve en navidad, sobre los cristales empañados por el vaho, sobre los sueños. Tú me regalaste una guitarra eléctrica y yo un reloj al que le tenías que dar cuerda (porque no me quedaba dinero ni para llorar). 
Te fuiste en ese globo como ayer, elevándote en el aire. Hoy he ido al médico y el doctor me ha recetado dos cucharadas de miel.
Una para el corazón y la otra para el alma.
Algo se cuece en Globos de Agua por los 600 seguidores...


16 sept 2010

Las sirenas (no) saben soñar.

- Los adultos viven en peceras...
- Ya me había dado cuenta.
-  ...y los niños viven en océanos, como las sirenas, con miles de sueños.- completó.
- Eso no es cierto.
Ambos se miraron, sentados en las escaleras de la puerta de su casa.
- ¿A sí?¿Por qué no es cierto?- enarcó una ceja.
- Porque los niños viven en un metro cuadrado, pequeño, pequeño, todos amontonados. Quien desea salir de ese metro cuadro es raro, quien sueña con soñar... es raro.
- ¿Un metro cuadrado? ¿Un metro cuadrado de dónde?
- De ese puñetero océano.

27 ago 2010

Ni en el blanco de los ojos (5)

Dani tiene un padre del que se siente orgulloso. No es rico, no tiene fama y ni siquiera ha salido nunca en la televisión. Algunos niños de su clase se ríen de él a carcajadas y le dicen que se deje de tonterías y de presumir de algo que es penoso. Hay veces que Dani se tiene que morder el labio inferior para no llorar e impedir que las lágrimas broten de sus ojos. Su padre ha llorado muchas veces, a escondidas, porque no quiere que la gente le vea frágil e impotente, pero su hijo se asoma por la rendija de la puerta sin que él se de cuenta y lo ve casi todas las noches. Allí solo, tirado en la cama como un niño pequeño que no sabe más que patalear.
Al principio, cuando las cosas acababa de suceder, todo el mundo los miraba con respeto y agachaba la vista como si les diera miedo mirar aquellos ojos llenos de dolor. De repente los profesores, los niños y muchas personas que apenas conocía se volcaron con él y le dieron ánimos falsos de los que pronto se olvidaron. Ahora él no es más que un niño que estudia en un colegio como todos los demás.
Su padre se desahoga con lágrimas y él lo hace a través de versos y párrafos en las servilletas de los hostales en los que duermen. 
Y si ya no nos queda nada dime porque te fuiste,
ahora somos dos sombras en lo oscuro de la noche...
Solos, sin nada, caminando sobre el barro de la lluvia de un ayer lejano.
Deja que cuente estrellas como lo hacíamos los dos
una, dos, tres, cuatro... y tengo la esperanza
la vana esperanza... de que tú seas una de ellas
mamá.

Álvaro tiene un padre del que está más que harto. Cada año, por su cumpleaños, le hace regalos que él ni siquiera quiere. Por su doceavo cumpleaños le regaló un coche teledirigido color rojo... ¡Color rojo! Y mira que le dijo veces que lo quería azul. Pero es que a Álvaro nadie le hace caso. Su madre anda de aquí para allá, siempre liada, con miles de trabajos por delante. Está en Dublín, en Edimburgo, en Kyoto, en Pekín, en Tolouse, en Roma, en Venecia o en Washington... pero nunca en casa. Era el día de la madre y ni siquiera le pudo dar el regalo que le había comprado. 
Sus amigos y compañeros le miran con envidia. Vive en una bonita mansión a las afueras de la ciudad y va al colegio en un perfecto coche caro que todo el mundo se queda mirando. Álvaro sueña algunas noches que del coche sale su padre y le lleva al colegio. Como todas las mañanas el que sale del coche es Roger, el mayordomo tan viejo y tan clásico que es más padre que el de verdad. 
Las mañanas del sábado hace fiestas en su casa e invita a todos los niños populares de la clase. Están siempre Anton, Claudia, Cristina... y el ego de cada uno les acompaña. 
- Esta es mi casa-explica-el cuarto está en la tercera planta y se puede subir en ascensor. 
No hacen falta más de dos segundos para que todo el mundo esté dándole a los botones de este y subiendo y bajando. 
Pero a Álvaro nada de esto le hace feliz, no todo lo feliz que desearía estar. Por eso exige, exige tanto. Por eso pide siempre cosas caras que después no usa u obliga a sus padres a apuntarle a deportes que deja en pocos meses. Y en realidad le daba igual que el coche fuera rojo o azul, o amarillo o blanco... solo quería que él y su padre fueran juntos a comprarlo. 
Pero él nunca entró en la tienda de juguetes, y al final fue Roger quien lo encargó para que se lo trajeran a casa.

25 ago 2010

Ni en el blanco de los ojos (4)

Yo soy como tú, aunque no te des cuenta...ambos somos lo mismo, pero también somos diferentes. Nos unen muchas cosas y nos separan otras, pero no por eso yo soy peor y tú mejor, pero no por eso yo tengo menos derecho que tú, menos vida, menos elecciones... 

Carla era de esas mujeres que siempre llevaban un cigarrillo entre el dedo índice y el corazón. Por costumbre tenía el cinturón desabrochado y unos pantalones vaqueros a los que se empeñaba en llamar Jeans. Su archivador estaba repleto de dibujos que ella misma hacía y que después solía pegar por las paredes de su apartamento compartido. Llevaba el pelo suelto, apenas sujeto por una enorme cinta roja que le caía por el hombro y se fundía con las camisas de manga corta llena de estampados superfluos. Cuando entraba en la universidad no se molestaba en mirar a nadie, solamente caminaba erguida y recta, sin titubeos ni temores. 
Por las tardes se reunía con Molly en el café y hablaban. 
- No seré un jarrón caro en una casa pija, amor-y daba una calada a su cigarro-nací en una familia con dinero y no permitiré que mi carrera sea la de florero perfecto. 
Casi nadie la apoyaba y todo el mundo la miraba por encima del hombro ¿Pero sabéis qué?
Lo consiguió. 
Ahora trabaja de profesora en un colegio a las afueras de la ciudad. Algunos dicen que es feliz, otros que es una amargada. A ella le dan igual los comentarios.

Raúl llega del trabajo tarde, por eso todos dicen que es un buen padre de familia. Tiene una hija de ojos color del mar y un niño casi perfecto. Su mujer lo espera por las noches con un pijama de lino que él le compró por su cuarto aniversario de casados. Ambos cenan junto a la ventana, pero ni uno ni otro giran la cabeza para admirar la inmensidad de la luna, la luz y el alo perfecto que hace que la oscuridad se convierta en magia. Se levanta temprano, coge su maletín oscuro, de esos que solamente son capaces de transportar cosas importantes, y sale por la puerta después de darle un beso a su mujer. Ella le despide sonriente y se vuelve a acostar. Poco después lleva a los niños al colegio. Una vez los deja en la puerta corre hacia el supermercado y compra pan, leche, huevos y patatas para hacer una tortilla. Carga con las bolsas hasta su casa y se mete en la cocina. Coge la plancha y baja del primer piso montones de ropa que han quedado acumuladas encima de la cama. Son las doce de la mañana cuando hace la cama de los niños y la suya propia, se agacha y le duele la espalda. Baldea el patio, friega las baldosas del pasillo y riega las plantas de la azotea. Prepara la comida para los niños mientras hace una llamada de teléfono a su marido, que se ha dejado la cartera en casa. 
- Ven tú a traérmela-le dice.
- Cariño, que estoy muy ocupada y los niños van a salir ya. 
- Encima... no digas chorradas. Tú allí en casa y yo trabajando aquí que ya no puedo más.
Unos segundos de silencio y el teléfono está colgado.
Pi. Pi. Pi. Pi. Es lo único que se escucha.

20 ago 2010

Ni en el blanco de los ojos (2)

Jacob es judío. Guarda debajo de la cama un libro que contiene palabras extrañas y que jamás ha leído. Su padre lo lee siempre al despertar y dice que le ayuda a empezar el nuevo día. Él lo ha intentado varias veces, pero las palabras son tan pesadas y difíciles que sus ojos se cierran poco a poco y el sueño le juega malas pasadas.
A media mañana cierra la ventana de la buhardilla y empieza a recitar la lección de cada martes convirtiéndolo en una rutina diaria. El verano y el invierno pasan para él como trenes que se pierden en el horizonte poco a poco. La oscuridad le rodea y hace que se sienta ciego a veces y sin saber hacia donde debe de ir.
Algunas noches, cuando oyen ruidos extraños allá fuera deben dejar de cenar y esconderse rápido debajo de la cama. Quietos, muy quietos... y saldrán después de que el ruido se haya silenciado, solo después de estar seguros.
Es Mier la que les da la comida. No tiene más que abrir el armario y la pequeña puerta cuadrada por la que se cabe a rastras.
Jacob es judío. Lleva sin ver la luz del sol más de dos años.

María es atea, pese a que sus padres digan siempre lo contrario. Guarda debajo de la cama un libro que contiene textos vulgares e ideas fantasiosas e imposibles. Su padre no lee nada al despertar porque dice que no quiere estresarse nada más empezar un nuevo día. Ella, en cambio, debe leer siempre algo... sino los ojos se les cierran poco a poco y el sueño le juega malas pasadas.
A media mañana se toma el bocadillo y sale al recreo. Poco después tendrá que presentarse a un examen de matemáticas para el que apenas ha estudiado. El verano y el invierno son estaciones siempre deseadas. La luz le da en la cara y hace que a veces parezca que ha ido a la playa.
Algunas noches, cuando oye ruidos extraños allá fuera cierran las ventanas y el silencio se apodera de nuevo de la habitación. Cuando terminan de cenar ella se va a la cama a leer un buen libro con una tenue luz de fondo y sus padres se acuestan en el sofá a ver la televisión.
Es Matilda la que les da la comida. No tiene más que abrir la nevera y dejar carne, pescado y fruta para la mañana siguiente.
María es atea. La luz del sol la despierta cada mañana.

16 ago 2010

Ni en el blanco de los ojos (1)

Said tiene una sonrisa de oreja a oreja como su nombre indica. El alba le sorprende cada mañana sacando cubos de agua del pozo y cuando ve el sol salir un carcajada escapa de él. Su hermana llora a su espalda, él después llega a casa y tiende la camisa para que se vaya el sudor, las lágrimas y la suciedad. Pero el dolor se adhiere y se adhiere y es muy difícil quitarlo. Su madre dice que hay que restregar con fuerza y con constancia. 
[El sobrevivir no es vivir.

Un alba en Afganistán es un milagro, y los que la ven siempre se sienten afortunados. Solamente algunos necios no lloran ni sonríen cuando aparece. Sus caras serías no sufren cambio alguno. La madre de Said dice que la gente no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde. Pero ella, por supuesto, no llama gente a cualquiera... porque también dice que en el mundo hay gente, gente y personas. 
Said quiere ser una persona... él solito se ha dado cuenta de que en la vida hay mucha gente y muy pocas personas, sí...
[por desgracia...

Miriam tiene lágrimas todo el día en las mejillas. El alba le sorprende cada mañana durmiendo. Hay veces que sueña con conejos rosas y otras veces lo hace con un poni. Su hermana llora, ella suelta una palabrota y su madre la calma meciéndola, después le dice que solamente es un bebé y que llora porque se ha hecho caca y porque no es capaz de hablar. Pero eso ella no lo entiende y le dice a la hermana que se calle y se vaya a freir espárragos.
[El derrochar no es vivir.

Un alba en Europa es otro día que hay que soportar, y los que la ven tienen ojeras y están estresados. Solamente algunos necios lloran y se ríen cuando aparece. Sus caras siempre sufren algo cambio, se les ilumina el rostro. La madre de Miriam dice que hay que rezar por las personas que no tienen casa, después sale de la habitación y se unta una tostada con mantequilla recién hecha. 
Miriam quiere ser una princesa... ella solita se ha dado cuenta de que si es ella la que controla a los demás siempre podrá hacer lo que le de la gana. Hay gente así en el mundo, sí...
[por desgracia...

10 ago 2010

Donde los problemas se van con un café...

En una calle cualquiera de París, a altas horas de la madrugada:
Una cabina de teléfono llena de pintadas escritas en francés: oh, c'est mon amour, y nombres extraños, firmas... Un coche escarlata cuyo conductor tiene medio cuerpo fuera y grita algo a un taxi que se hace el sordo... En la acera de enfrente un borracho se agarra a una farola que apenas es capaz de dar luz. 
En un café que hace esquina una camarera sirve tazas decoradas con fotos de la Torre Eiffel, una de ellas, escurridiza, resbala y cae al suelo, el café se esparce por toda la acera y crea pequeños ríos que terminan desembocando en la alcantarilla. 
Dos mujeres, mientras, charlan encogidas en una mesita de mármol.
- ¿Quieres un cigarrillo?
- Esta noche no. 
- ¿Por qué?
- No tengo ganas de nada.
La que ha formulado la pregunta da otra calada y el color carmín del pintalabios impregna el papel. 




26 jul 2010

Blanco y negro... del color de miles de arco iris.

Todas las demás partes (las seis restantes) las puedes encontrar aquí. Esta es la última... Gracias por colaborar con 21 estupendos votos en la encuesta para ayudarme a decidir el final. Aunque ha habido dos opciones reñidas, al final se ha impuesto la del final abierto, pero como son muchos los que quieren uno feliz, no les voy a dejar con las ganas. Aquí el resultado de las encuestas.

click to zoom

Lo vio perderse tras la puerta. Creyó también distinguir la figura de una mujer perfecta, frágil y débil, con esos bucles de los años de la guerra. Cuando la mujer no era más que una mujer. Margueritte sintió una lástima repentina. Por él y por ella. Él creía tener el amor verdadero, un amor que podía manejar a su antojo. Ella creía tener la mayor fortuna del mundo: el hombre no, su dinero. 
Ambas siluetas desaparecieron y, pasados varios segundos, otra se contorneó. Era mucho más pequeña, mucho más infantil y mucho más inocente. David apremió a su madre. Ni siquiera se había dado cuenta de que, apenas dos segundos antes, su padre le había rozado el hombro. Aquel padre que no pudo ni siquiera conocer. 

- ¡Venga mamá, venga!- corrió hacia ella y le tiró de la manga- que aún tengo que cambiarme... - Margueritte despertó de su sopor y le sonrió. 
- Por supuesto cariño, me pareció ver a alguien que conocía... pero ha sido solo un error. 
Vio como David corría de nuevo hacia dentro del edificio y se perdía escaleras abajo hacia los vestuarios. La chica miró hacia el cielo, un cielo con pocas nubes, celeste y con un bonito arco iris de colores. 

En la vida de Margueritte no existe el silencio, ni las lágrimas, ni la lluvia gris que te deja mojada.
Ni ahora, ni nunca, nunca jamás.

20 jul 2010

Justo desde Canelones.

Un 2 de Abril de 1939, desde la estación de trenes de Canelones. Uruguay.
Sin remitente. Hacia una España que no vale la pena.

¿Cómo va por allí, Marcos?
Aquí ya te echo de menos. El rumor de las olas, las dunas de arena llenas de hierbajos, los pantalones cortos y los pies descalzos... todo me recuerda a ti. Canelones no es una ciudad cualquiera. Aún hoy, después de tantas visitas, después de tantas ansias y tantas esperas, me gusta sentarme en los asientos roídos de la estación. Allí saco mi libreta y escribo, escribo todo lo que se me pasa por la cabeza. Las tardes de primavera del pasado Marzo, donde contábamos trenes aquí, sentados un poco más allá, entre aquellos dos abetos que aún se pueden distinguir en la maleza.
Aunque no está abandonada, esta estación yace medio muerta. Es una de las pocas que han logrado sobrevivir al paso de los años, aunque como en cualquier ser humano se notan las diferencias. Las paredes ya no son blancas, el reloj que daba las doce en punto se ha parado de repente. Las voces se han congelado. No se oye el sonido agudo del tren a su llegada, ni la voz de esa mujer que siempre llevaba una flor roja enorme en la pamela ¿la recuerdas? Cogía el tren todos los viernes por la tarde, de regreso a casa. Ni que decir del vendedor de cupones, ahora quedara reducido a nada. Desde que tengo consciencia, lo veo pasearse por la estación, con sus zapatos de claqué, de esos que ya ni siquiera se llevan. Sus pasos parecían un baile descompasado, un hombre cuyo destino se había perdido entre raíles. Hay muchas personas que formaron la estación, que la animaban y la convertían en otra cosa. Ahora eso ya no existe. El todo y el nada, aquello de lo que siempre habíamos hablado.
¿Cómo pueden cambiar las cosas en tan poco tiempo, Marcos? ¿Cómo puede convertirse la vida perfecta en un suplicio, en un mundo de heridas abiertas? Allí terminó ¿no? Eso dicen todos. Pero tú no sabes decir si es realidad eso de que acaba.
Aún hay que arreglar muchas cosas en este mundo, aún hay que dar muchos pasos hacia delante. Huí de allí y me encuentro aquí ahora, escribiéndote desde la estación de Canelones, sentada donde tu y yo, hace ya varios meses. Casi como si fueran años.

5 jul 2010

De amor y esperanza

Que va todo siempre de lo mismo, repetimos:
Lo mismo.
Hacen eco las palabras, resuenan una y otra vez, permanentes, nos cansan, hacen daño a los oídos, nos convertimos en marionetas manejadas.
Lo mismo.
Y es que hablamos de lo mismo, que ya casi no queda esperanza. Tu haces y yo hago eso, y eso se convierte en nada.
Lo mismo.
Hay dolor, hay agonía, sufrimiento en un pozo negro sin fondo y lleno de estrazas con letras de tinta corrida y mojada, palabras perdidas para siempre.
Lo mismo.
Desazón poca esperanza. Amor reducido a gloria falsa. Tu amor es mi amor es el mismo amor de todos, sin diferencias, sin peculiaridades, el amor son copiar reproducidas de forma exacta.
Lo mismo.
Y ya es que hasta te cansa repetir siempre las mismas palabras, andar por las calles como lo hacen los demás, vestir como lo hacen los demás, hablar como lo hacen los demás. Reiterada agonía, vida igual. Caemos en rutina diaria.
Lo mismo.
¡Hay siempre lo mismo! Que lo que antes eras tú, con tu pelo rubio, encrespado, con tu pelo negro y lacio, con tus ojos grises, con tus ojos pardos, ahora es una sombra, algo indiferente, imposible de diferenciar de los demás.
Lo mismo.

30 jun 2010

Madame Bouly


- ¿Tu que crees?- le pregunté a Rob esa mañana, girando mi rostro.
- Yo creo que no- Me respondió él, y sonrió de nuevo. Éramos amigos desde la infancia. Todo lo que había que hacer, todas las trastadas, las hacíamos juntos. Fruncí el ceño y me pregunté el porqué de su respuesta, de su desconfianza. No había nada que temer, era un juego más, uno como otro cualquiera. Ahora, ambos estábamos tumbados sobre el césped, el sol casi quemaba mi piel tostada.
- Apuesto a que sí-.
- Apuesta lo que quieras- tenía demasiada paciencia, y pocas ganas de discutir. Puede que esa fuera una de sus cosas buenas, o una de sus cosas malas. Justo lo contrario a mí. -En realidad, no sé ni porque hago esto.
La cuerda se tensó en ese momento. Sí, en todos los sentidos. Me refiero a la cuerda real y también a la imaginaria.
Doña Madame calló al suelo, los zapatos de Dolce & Gabana manchados de barro, un anillo de oro a punto de caer en la alcantarilla, sombrero de paja con flor desgarrada. Un chillido. Mi risa. Una voz.
- Malditos gamberros.
Madame Bouly.
- Te dije que iba a funcionar - sonreí, pero nadie estaba a mí lado. Recordé sus palabras "yo creo que no" y supe entonces que no se refería a esto.
Dos medias naranjas, una negra, otra blanca...

12 jun 2010

Del corazón al corazón (Relatos dedicados a imágenes IV)


Somos muñecos articulados, unos nuevos, otros desgastados.
Sueño contigo esta noche, y me equivoco al pensar que utilizas mi corazón de almohada. Creo, pienso, bacilo, suspiro y duermo en la noche de luna llena y estrellas de colores indefinidos. Junto las piernas, rodilla con rodilla, pantalón de pana y rotos en la tela blanca. Suena al fondo el arrancar de un coche, que deja humo gris y se va rompiendo el silencio de la noche. Mis oídos están sordos, nos quedamos tú y yo en silencio, distanciados por el tiempo y por el mundo. Parece que la carretera de nuevo vuelve a vibrar con la llegada de nuevas vidas. Como cuando tú llegaste, que después te fuiste y ya está.
Ni adiós, ni hola, solamente agonía.
Abrazo el corazón rojo, oculto entre la maraña de raíces que han ido creciendo alrededor. Otra vez me quedo yo, otra vez soy solo un cuerpo. Corpóreo, material, sólido, pero vacío. ¿Pensarás tú en mí ahora?
Incluso me parece oír a las estrellas cantar, llantos sofocados de mariposas blancas, rechazas por los colores vistosos de la sociedad. Pura belleza.
Que solo soy una muñeca articulada, solo eso, que el ser humano no puede vivir solo, porque muere de miedo, de soledad, de silencio.
Somos muñecos articulados, unos nuevos, otros desgastados.

30 may 2010

aDiÓs...

Cuando volviste yo ya me había ido, aunque mi cuerpo seguía allí.
Mi mente vagaba por otros lugares, pensando de nuevo en tí.
Cuando volviste yo ya me había ido.
Fue tu culpa, fue tu error, fue tu maldita agonía, tu ego.
Cuando volviste, solo el exterior, no el interior.
Adiós.
Adiós.
Adiós.

7 may 2010

Nada

Es triste creer que lo sabemos todo y descubrir que en realidad no sabemos nada.

2 may 2010

Todo y nada, la perfección imposible.



Desde aquel día no volvió a sonreír.
Lo tenía todo.
No tenía nada.
Ansiaba la vida de otros, cuando otros ansiaban la suya.
Quería vivir como los demás, cuando los demás estaban hartos de su vida.
Nunca se contentó con lo que tuvo.
Siempre quiso más.
No reparó en que su vida era perfecta, casi por excelencia.
Ella era la mejor, la más lista, la más rica, la más inteligente y la más orgullosa.
Por eso nadie quiso compartir esa vida con ella.
Queremos la perfección, no podemos obtenerla.
Y cuando la tenemos, solamente queremos dejar que se vaya.
Hartos de ella.
El ser humano no es capaz de contentarse con lo que tiene.
Siempre quiere más.
Eso es lo que nos pierde.

27 abr 2010

Crónicas de estar por casa XXII

Ilusos.
Sois todos unos ilusos.
Os creísteis mis mentiras. Os creísteis mis engaños. Caísteis en la trampa, pensasteis que de verdad os amaba. ¡Que tontos! Que tontos habéis sido... Cuando os acompañé hasta la entrada de casa, cuando sonreí entre vuestras mantas. El amor es mentira, es un cuento. Rosa no. Negro.
Ahora, retumbado sobre la maca, recuerdo aquellos amargos sentimientos, esa manera retorcida de verme a mí mismo, de ver a los demás. Que crueldad, no sé como fui capaz de hacerlo... el ser humano, tan simple, tan complejo, tan diferente a todo lo demás.Capaz de hacer lo mejor por el mundo. Capaz de destrozarlo todo, también lo que el mismo creó tiempo atrás.
¿Y si fuésemos capaz de arreglar aquello que hicimos mal? Volver atrás en el tiempo, no, no hace falta. Hagámonos ahora, en este momento. Tal vez desde nuestra casa. Y pienso, aquí sentado en el salón, solo, como solucionar aquello en lo que me equivoqué y de lo que me arrepiento. Pinto aquello que volví gris y blanco, negro, aquello que ensucié.
De rojode amarillo,de naranja, de verde, de azul, de morado...

2009-2017. Todos los derechos reservados a Ali Alina.