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6 ene 2014

Alto a los arrebatos.

Si te gusta besarlo, hazlo donde y como quieras. Te dirán que debes mantener la compostura, se sentirán incómodos e intentaran hacerte sentir mal por amar. La gente aparta la cara ante un beso y sin embargo mantiene los ojos ante una patada. 
Si tu corazón late más rápido que el de los demás por esos ojos, y si quisieras perseguirlos al fin del mundo, y colgarte de su sonrisa hasta quedarte sin saliva ¿Por qué parar, por qué volver al ritmo normal cuando tienes el placer en el paladar y las ganas en el pecho?
Vive la vida de tal forma que cuando mueras lo hagas sabiendo que no dejaste ningún sueño sin cumplir. Haz lo que te pida el corazón y no el cerebro, deja de guiarte por el ¿qué dirán? y sigue más el ¿qué siento? Y, sobre todo, lleva a cabo locuras por amor y no te arrepientas, porque es el sentimiento más bonito del que podrás disfrutar jamás.

Feliz 2014 a todos y soñad más que nunca
(porque lo imposible solo tarda un poco más).

19 dic 2013

Zumbidos.

Tengo el cuerpo inundado de sueños y no sé como sacármelos. Me oprimen entre las tripas y el corazón, justo en el espacio donde deberían ubicarse los sentimientos. Las neuronas han dejado de funcionar y se hallan en estado de inconsciencia. Han decidido dejarme a la deriva en medio del mundo, porque el problema colapsó hasta el último rincón de mi cerebro. Ya no sé si estoy en La Tierra o en Marte. Noto el planeta girar y a mí por poco cabeza abajo. Los sueños también giran y aparecen revueltos y mezclados, tanto que se confunden y no los sé diferenciar.

Voy a explotar
y noto la sangre
corriendo
demasiado rápido
por mis venas.

16 dic 2013

El mundo caduco.

Tat se iba a morir. No importaba lo que hiciese. Se iba a morir y lo sabía.
La gente pasaba a su lado hablando entre sí, incluso algunos reían. Los coches, las luces, las nubes, los pájaros, ninguno se paraba. El sol seguía su camino por encima de su cabeza y en los escaparates luces de neón anunciaban ofertas de más del cincuenta por ciento. En los televisores, daban las noticias. Y Tat no salía en ellas. Pero se iba a morir.
Miró a su alrededor. La gente estaba cansada. Cansada de vidas que no les interesaban y de trabajos que odiaban. No reparaban en ella ni en su pobre muerte porque no les importaba. Suficiente tenían con tener que llegar a fin de mes. Es curioso como tenemos solo una vida y decidimos vivirla para agradar a los demás, cuando nadie nos dará una segunda oportunidad para agradarnos a nosotros mismos.
Tat se iba a morir. No importaba lo que hiciese. Se iba a morir y lo sabía. Pero era libre. En medio de aquel mundo caduco, dio una calada al aire y sonrió. Las arrugas alrededor de su ojos desaparecieron.

18 nov 2013

Tus cadenas.

Nos dicen lo que tenemos que hacer desde que nacemos. Nos enseñan lo que ellos aprendieron, olvidando que en algún momento de su pasado también rompieron las normas. Nos obligan a dejar de soñar, a centrarnos. (Estudia una carrera que no te gusta para trabajar en algo que no te gusta porque gente que no te gusta te dijo lo que tenías que hacer).
Memoriza enormes parrafadas para sacar buena nota en un examen.
Estudia algo que te dé mucho dinero y poca felicidad.
Llega tarde a casa porque el ordenador te dijo "un poco más".
Y cuando te mueras, muérete solo, sin haber cumplido ninguno de tus sueños, con un matrimonio roto, unos hijos que apenas te conocieron y un fajo de billetes en el bolsillo.
Muérete solo.


27 oct 2013

Seamos, por favor.



Vamos a alzar el vuelo y a irnos lejos de aquí,
donde el aire sea palpable y la luna atrapable.
Vamos a alzar el vuelo y a soñar que estamos
rodeados de personas mejores de calles mejores
de labios color carmín que nos sonríen
con un espacio ínfimo entre los dientes.
Y vamos a alzar el vuelo y a escarbar
dentro de la tierra hasta encontrar el núcleo
y darle la vuelta para que las cosas
no parezcan tan frías como en la realidad.
Y vamos a llenarnos las manos de tierra
a rompernos las uñas enterrando los dedos
en sacos de arena que hemos recogido
de una playa que ha desaparecido debajo del mar.
Vamos a cerrar los ojos
y a desnudarnos con la mirada
en medio de este mundo lleno de gente
que oculta lo que es con máscaras.
Vamos a bailar en medio de la calle
sin música sin pasos sin premeditación
solo oyéndonos el uno al otro
los latidos del corazón.

Tú y yo vamos a hacer (a ser) tantas cosas
que el mundo correrá más
que el conejo de Alicia en el País de las Maravillas
y lo perderemos de vista.

25 ago 2013

A(lunar).

Tu piel es imperfecta. Imperfecta como el universo.
Trazo recorridos con la yema de los dedos y creo constelaciones a través de tus lunares. Son redondos y oscuros, manchas en el mapa huesudo de tu espalda. Se te erizan los vellos de los brazos, se te dilatan las pupilas, arqueas la columna vertebral con un ligero temblor.
Terreno lleno de cráteres, y mi mano cohete espacial que aterriza (aluniza) sobre los poros de tu piel. Ahí arriba, sobre tu torso desnudo, estoy seguro de que me harían falta miles de litros de oxígeno para poder respirar con normalidad.

16 jul 2013

No dejes de hablar en medio del túnel.


La radio del 600.

Conducías a mi lado, por una carretera en lo alto de un montaña bajo la cual descendían metros y metros de árboles agarrados a tierra por cada una de sus raíces, aguantando como robles la presión de la gravedad. En la radio sonaba algo. Algo triste, de eso sí me acuerdo. Yo llevaba puesto el cinturón, pero cuando giramos la curva y las líneas de la carretera se hicieron continuas por la velocidad (efecto óptico en la cuenca de los ojos) me lo quité y te miré. Tenías la vista fija en la carretera, y éramos tú y yo en medio del infinito. En medio de la nada que unía tu ser y el mío. Saqué medio cuerpo por la ventanilla y gritaste asustado. Me agarraste por el cinturón y entramos en un túnel. Todo estaba oscuro y desierto. Oía tu voz sonar como un suspiro, aliento en medio del silencio, y sonreí mientras me hablabas enfadado, con la voz ronca del miedo.
(No dejes de hablar en medio del túnel -te dije-No dejes).

17 jun 2013

Diccionario de contracorriente.

Vivir. intr. 1) Verbo consistente en cambiar las cosas y pintar constelaciones en la piel de la persona a la que amas. Cuando levantas la cabeza y ves a los demás siempre piensas que son mejores que tú, pero te equivocas. No se trata de sonreír las veinticuatro horas del día, o de hacerlo todo bien, siempre perfecta y erguida. Se trata de equivocarse. De hacer las cosas mal, tantas veces que de caerte se te desoyen las rodillas. Y si lloras, está bien. Joder, eres humano, no pueden pretender que seas fuerte como un roble (porque hasta los más altos caen). Vivir consiste en mirar hacia dónde va la corriente e ir en contra de ella, porque solo los peces muertos la siguen.

18 mar 2013

El arquero de las calles de Nueva York.

Tenía los ojos grises de su madre, aunque no la conocía. Corría más rápido que mil y un leopardos, pero no por ello había escapado de las garras de la policía, -las sirenas de fondo como banda sonora de su vida-. En la cárcel estuvo dos veces, encerrado entre cuatro paredes frías como el hielo y oscuras como la noche, con la cabeza gacha, los codos sobre las rodillas y las manos hundidas en el pelo azabache. Le llamaban Robin Hood. Vestía camisetas de segunda mano y robaba manzanas en el mercado. Manzanas y pan y gorras y dinero de la caja. No había piedad en su mirada, pues más de una vez le habían partido el labio inferior por dudar de sus enemigos, ni inocencia en su cuerpo, elástico y lleno de heridas. Ayudaba a aquel que lo necesitara, al menos hasta que lo cogieron por tercera vez y lo plantaron frente al jurado. (Ahora, espera su sentencia).

17 ene 2013

Las pastillas asépticas de Dean.

Dean cogió las pastillas blancas de encima de la mesa y las sostuvo frente a sus ojos. Eran frías y asépticas, llenas de componentes mudos que le causaban dolores de estómago. No le gustaban. Sabían a medicina.
Se alisó los pelos. Después de conducir de aquella forma, las canas se le habían ido para atrás y parecía un motorista de los años sesenta, con la barba sin afeitar y el cabello agitado por el viento. Will (sentado tras  él) le había dicho que acelerara, pero cuando le paró la policía porque corría demasiado de nada le sirvió decir que el hombre causante de aquello estaba a su espalda. El tipo se había esfumado cuando señaló la parte trasera de la moto, ni rastro de él en todo el trayecto.
Tiró las pastillas por la ventana -un buen regalo para el vecino de abajo- y oyó como se hacían añicos contra el suelo de mármol. Una vez, hacía muchos años, vio como una niña se tiraba desde un balcón y se partía en trocitos también, como la porcelana. Ni rastro de sangre, solo una vasija rota que nadie reclamó. Pobre.
-Cariño ¿te has tomado las pastillas? -le gritó su mujer desde la cama.
¡Claro que no se había tomado las pastillas! Pero aquel secreto solo lo sabía él. Él y el hombre de cara pálida del salón, que lo observaba frente al televisor todas las noches mientras veía una película de tiros.

31 dic 2012

El ciervo en el jersey de lana 2.

(El final de la historia. Para 
leer la primera parte click). 

Avec le music.


Cuenta la leyenda que en los buenos momentos se juntan las almas, y que cuando esto ocurre el mundo se ilumina un poquito más. Así que aquella noche, sentadas en un sofá frente a un televisor, y rodeadas de mayores abandonados por el mundo, Pam y Tat arrojaron un haz de luz al lugar y contagiaron a hombres y mujeres con sus sonrisas.
La joven miró a su abuela con cariño y recordó un día en la playa, cuando bajaron a la arena y construyeron un castillo enorme que después se llevaría la marea. (Quién sabe si algún pez acabó viviendo en él). Entonces tenía la cabeza en perfecto estado, era capaz de memorizar una lista entera de teléfonos y decirlos al revés, y jugaba con su nieta a leer párrafos al azar de sus libros favoritos.
-Abuela -susurró mientras terminaba de pelar la última de las uvas para que Tat no se atragantara. -¿Sabes que he conocido a un chico? 
Se sonrieron pícaras, la experiencia y la impaciencia una al lado de la otra. Dos mundos contrapuestos que se compenetraban a la perfección. La enfermera ayudó a la anciana a sentarse en el sofá y fue a atender a un hombre que la llamaba.
-Bonito año este ¿verdad? -preguntó la abuela Tat. Lo cierto es que apenas lo recordaba, pero seguro que había sido esplendido. Porque seguía viva. Porque podía hablar. Porque miraba a su nieta y sabía que ella lo había disfrutado más que nadie.¿Cuántos años tendría ahora? ¿Diecinueve, quince, treinta? Ya no recordaba como variaban los rostros con la edad. Solo tenía la certeza de que ella era vieja, muy vieja.
-Pues no ha ido muy bien, abu. Muchos recortes, el pobre cada vez más pobre y el rico cada vez más rico. Miras las noticias y te entran ganas de gritar: "¡Paren el mundo, me quiero bajar!" Guerras, desahucios, robos, violaciones, asesinatos... 
Los cuartos de campanada empezaron a sonar. Los del asilo se inclinaron en sus asientos y cogieron la primera uva para llevársela a la boca.
-Y sin embargo, tú aún eres capaz de sonreír. No tengo idea de lo que ha pasado, Pam, porque apenas veo las noticias, pero ¿Sabes qué? Seguro que alguien ha pintado un cuadro, ha bailado bajo la lluvia, ha tenido un hijo o se ha enamorado -le dio un cozado e imitó al resto de sus compañeros de hogar. Pero antes de que sonara la primera campanada, ella ya se había llevado la uva a la boca. Siempre fue un poco tramposa.
-Lo que pasa es que eres una soñadora, abuela.
-¿Eso? - Cogió la tercera y se la tragó sin masticar. Qué más daba si se atragantaba. - Eso lo seré siempre.
Doce. Ellas. Once. En un asilo. Diez. Alejadas del mundo. Nueve. De la realidad. Ocho. Como dos almas gemelas. Siete. Llenas de esperanza. Seis. De ilusión. Cinco. De felicidad. Cuatro. De deseos. Tres. De ansias. Dos. De vivir. Uno. Y de soñar.
-Feliz año nuevo Tat.
-Feliz año nuevo Pam.
Se abrazaron y supieron que todo iría bien. Porque estaban juntas.
Y eso era lo más importante.

27 dic 2012

El ciervo en el jersey de lana 1.

(La segunda y última parte la 
leeréis en fin de año). 

Avec le music.


El niño se monta encima del patinete y empieza a correr detrás de su madre. Ella lleva unos pantalones rojos y un abrigo de lana negro que oculta su silueta. Está bebiendo un batido de chocolate y tiene las uñas de las manos pintadas de marrón. Un marrón oscuro y ceniciento. Se gira para apremiar a su hijo, y el pelo rubio se mueve con ella (es tan largo que parece una cascada de oro cayendo sobre sus hombros). Pronuncia algo, pero no se oye. Seguramente estará regañándolo por lo lento que va.

-Vamos, señora Tat. 
La mujer aparta los ojos de la ventana y los clava en la enfermera. No recuerda su nombre. No recuerda que hace allí ni que día es. Pero no le importa. A veces es feliz sin saber las cosas.
-¿Señora Tat?
Esa es ella. Es una de las pocas cosas que recuerda. Asiente, se levanta y sigue a la enfermera hasta una sala enorme, con un suelo de madera en el que puede deslizar las zapatillas sin problemas. Hay más personas allí,  algunos duermen con la boca abierta y otros juegan a las damas, pero todos la miran cuando entra. Incluso después de tantos años, Tat irradia algo especial que hace que la gente se vuelva a observarla. La enfermera espera a que la mujer llegue a su lado y le habla de nuevo.
-Tiene visita. 
La visita lleva un jersey de lana ancho (igual de ancho que el abrigo de la mujer de los pantalones rojos) con un ciervo marrón en el centro, un gorro con orejeras y una nariz enrojecida por el frío. Su pelo también es rubio, pero está corto, tanto que apenas le tapa las orejas. 
-Esta es Pam, señora Tat ¿La recuerda?
Tat sonríe y sus ojos relucen por primera vez en muchos meses. Claro que sí. Como olvidar aquella mirada de hielo que tan pocos han logrado penetrar. Es Pam, su niña, su dulce sol, su alegría. 
-He traído unas uvas para las campanadas de fin de año, abuela -dice, y sus labios color carmín sonríen en un gesto que solo le dedica a ella.
La abuela Tat ha rejuvenecido más de treinta años. Porque cuando se pensaba abandonada entre aquellas mentes arrugadas, olvidada en un lugar recóndito de la memoria, su nieta ha decidido pasar el fin de aquel año con ella. No hay nada que pueda hacerla más feliz.

3 dic 2012

Las calles de Diciembre.

Pam había soñado cantidad de verces con estrecharlo entre sus brazos entre las luces de navidad, y ahora podía. A su alrededor la gente pasaba mirando al horizonte, con las mejillas coloradas, las manos enfundadas en guantes de lana y una bolsa cargada de ilusión. Levantó la vista y se encontró con él -sus ojos color caramelo observándola con ansias- y lanzó al aire las palabras que tantas veces había guardado en su corazón. A su alrededor, el vapor se extendió y le nubló la vista como si acabara de pegarle una calada a un cigarro. El frío le erizó el bello de la piel, o bien podía ser sus labios, que descansaban en su boca con tanta dulzura que sentía la calidez que emanaba de ellos. Ni abrigos rojos y enormes de lana, semejante a los de Papá Noel, podían separar sus cuerpos en aquellos momentos. Porque estaban conectados por algo más allá de lo físico.
-Feliz Navidad, Pam.
Se sonrieron el uno al otro. No había regalo más preciado que aquel.

28 oct 2012

El olor superviviente de las lavandas.


Lee escuchando a peces de fondo.

La habitación está bañada por una luz suave que se cuela entre las cortinas, ondeantes por el viento ladrón que entra por las ventanas. Las paredes son blancas ahora que están expuestas al sol, pero en las sombras que se crean por las esquinas adquieren tonos oscuros que ocultan los desperfectos del tiempo. Toco con la yema de los dedos la pintura agrietada y al inspirar el olor a viejo se apodera de todo mi cuerpo. También hay un leve aroma a lavanda por las flores del patio, un cuadro vivo tras el marco de la ventana, llenos de morados que bailan de un lado a otro mecidos por la brisa. Arrastro los dedos por la pared siguiendo el camino sinuoso de una grieta y entierro las uñas hasta tocar el cemento seco tras ella. Algunas migajas se me quedan pegadas y tengo que limpiarlas en el pantalón. 
La habitación está vacía, y solo un espejo de cuerpo entero me mira apesadumbrado desde la esquina derecha del dormitorio. Tiene polvo por las cuatro esquinas y una araña lo ha tomado por hogar, pero me veo reflejada en él y recuerdo una noche muchos años atrás, mi reflejo en ese mismo espejo diez veces más joven, con la silueta alta de mi madre tras mí, abrazándome por la espalda y diciendo que todo saldría bien. Si ese espejo arañado y vencido por el tiempo pudiera hablar contaría mil y una historias de lo ocurrido en la cama frente a él, las noches de estudio en la mesilla con la luz del flexo encendida, y lágrimas, y sonrisas, y a través de él el patio en el que una niña hacía de avión corriendo de un lado a otro, donde alguien se mecía en una maca y en el vaivén del movimiento bajaba los brazos y tocaba las lavandas que aún hoy, resecas, siguen desprendiendo olor, sin ser capaces de morir como lo hace el resto del mundo.
Si cierro los ojos, recuerdo las voces del fondo del pasillo, las galletas de la abuela crujiendo en la boca de algún goloso, el agua rebosando el fregadero, el sonido de las zapatillas de mi madre corriendo por el pasillo y el momento de la noche cuando mi padre llegaba a casa, cerraba la puerta con cuidado creyendo que estábamos dormidos, y nosotros saltábamos las escaleras de dos en dos porque habíamos estado callados, esperando con los ojos abiertos hasta oír ese clack que anunciaba su llegada, una noche tras otra. 
Pero cuando abro los ojos la habitación está vacía, el suelo de madera sosteniendo mis pies, reposando en silencio durante tantos años, y si me miro al espejo solo veo una mujer que dejó de ser la niña que hacía aviones en aquel patio hacía mucho tiempo. Aún así, no importan ni el silencio, ni el polvo, porque solo importa una cosa. Y es que, después de tantos años, estoy otra vez en casa.

11 oct 2012

La revolución de los sumisos.

No nos callaran. Gritaremos revolución por las esquinas, alzaremos banderas sin color, blancas como la cal, rascacielos de esperanza que arañen a las nubes, y nos quitaremos la venda de los ojos que con tanto afán quisieron cubrirnos. Levantaremos las manos y recordaremos que seguimos aquí, al pie de la montaña, que somos la base de aquellos que creen no necesitarnos, que sin nosotros no serían nada, y que ese monte sobre el que se alzan victoriosos está sostenido por cada uno de los seres a los que pisotean y hacen morder el polvo para poder ganar más. Siempre más. 
Si quieren coronas de oro, se las daremos de espinas. 
Si quieren sumisión, les daremos REVOLUCIÓN.

30 sept 2012

Alguien que te vea perfecta.

Recuerdo cuando te miraban y decían que no entendían tu forma de ser, criticaban tu cabello, tu ropa y te escupían a la cara. Esos ojos de hiena clavados en tu médula, los murmullos entre ellos, una media sonrisa de superioridad. Todo lo que te hizo tanto daño y te hizo creer que estabas por debajo de ellos. 
Has crecido arropada entre desilusiones, cayendo cuando te levantabas, y soportando bajo ti la losa de unos estereotipos que nunca fueron contigo. Porque eras demasiado gorda, demasiado callada, porque no salías los viernes noche y te quedabas bajo la cama al amparo de unas cuantas letras en las que te hundías.
Escúchame bien, pero haz oídos sordos a los otros, aquellos que te insultan y te gritan, que te rechazan por lo que eres. Escúchame bien, eres única, eres increíble, digan lo que digan los demás.
Y no llores por sus palabras, no te sientas mal cuando se rían de ti, porque tú sola eres capaz de escalar montañas, de llegar a lo más alto y clavar tu bandera entre las nubes. A lo mejor aún no lo sabes, a lo mejor aún hoy piensas que no vales, pero un día llegará alguien que te rescate y te haga sonreír con una sola mirada, alguien que sepa todo lo que vales. Un día llegará alguien que te vea perfecta, y entonces tú podrás creértelo también, y te darás cuenta de que todos los demás estaban
EQUIVOCADOS.


6 sept 2012

El mono que olvidó lo que era.

En medio de un Universo en silencio, los monos aprendieron a hacer fuego y creyeron que con él podrían alumbrar la felicidad, crearon la rueda y pensaron que ella les llevaría hasta el destino, inventaron la moneda y cayeron en las garras de la avaricia estando seguros de que se controlaban a sí mismos. El mono que aprendió a andar se hizo fuerte, ingenioso y hábil. Acabó con vidas por lujo y no por supervivencia, y sonrió con suficiencia hacia las especies que aún se escondían en la maleza. 
En medio de un Universo en silencio, los monos mataron para conservar el poder, reinaron sobre castillos imbatibles, se vistieron de seda a la espera de parecer más apuestos, pintaron cuadros sobre Dios para ganarse su perdón, descubrieron continentes y destrozaron ideales. El mono que aprendió a construir máquinas de vapor llegó lejos y decidió calzarse un bombin a la cabeza. Desarrolló enormes sistemas de mercado y movió números invisibles, construyó cohetes para ir a la Luna, y en el viaje creyó haber rozado con la punta de los dedos las estrellas, pero fue solo un sueño.
En medio de un Universo en silencio, los monos se olvidaron de lo que eran.
(Esa fue su perdición).

27 ago 2012

Huellas ínfimas y clones.

Todos somos iguales. Seres humanos que nacen sin quererlo, con una cara, una inteligencia y un físico que nadie nos dio a elegir, y pese a ello tenemos que aguantar los comentarios de otro sobre algo que es tan aleatorio como el futuro. Andamos el camino de la vida a tientas, con una venda en los ojos y la oscuridad del exterior, y nos dicen que hay que ser fuertes, ricos, famosos, inteligentes, guapos, que hay que estar a la altura del más alto y reírse del más bajo. Si no cumples los requisitos que la sociedad estipula estás perdido, si no brillas como ellos quieren, no eres nadie.
Todos somos iguales. Nacemos solos y morimos solos, y nadie nos acompaña ni en el antes ni en el después ¿Qué importa la vida si nadie nos recordará pasados unos cuantos años? ¿Para qué estamos aquí si el mundo va a seguir girando y nuestra huella será tan ínfima que ni con lupa podremos verla? ¿Por qué vivir si en la mayoría de ocasiones no sabemos de dónde venimos ni a dónde vamos?
En la vida, casi siempre hay más sufrimiento
 que felicidad, y no sé como cambiarlo.

13 ago 2012

Frágiles como el cristal.

"Me da miedo la enormidad,
donde nadie oye mi voz..."
Héroes del Silencio.

Cuando somos mayores echamos la vista atrás y nos damos cuenta de todos los errores que hemos cometido, y tras tantos años volvemos a llorarlos en silencio, allá dónde nadie puede vernos. Dicen que con el tiempo los recuerdos se olvidan, pero es mentira. Permanecen en la retina de nuestros ojos como fotogramas, el instante de un salto, los volantes del vestido ascendiendo hasta el cielo a lo Marilyn Monroe, una sonrisa de amor, o los ojos de perdición en los que podemos contemplarnos como espejos, y a través de los cuales vuelan los sentimientos. 
Hoy he mirado al presente a la cara y me he descubierto frágil como el cristal, andando a tientas en un mundo lleno de oscuridad, con los errores a las espaldas, el peso de las heridas incitándome a caer, llena de miedo hasta lo más hondo del corazón. Me he dado cuenta de que soy débil, y esa debilidad me hace vulnerable, imperfecta, y también sensible.
Pero pese a las lágrimas, a las equivocaciones, a las caídas, estoy aquí, viva, y aún quedan para mí nuevas sonrisas, ojos en los que perderme y monstruos de papel contra los que luchar.
(Pase lo que pase, venceré).

5 ago 2012

Los habitantes de Saturno.

Conozco a un tipo que es de Saturno. Aterrizó en mi jardín hace varias semanas, en una nave espacial igual a la de las películas, y me saludó con un "Buenos días, terrícola". Charlamos durante horas en las hamacas, con una limonada en los dedos, y me estuvo contando cosas de por allí.
Dice que en Saturno todo el mundo se lleva bien, se ayudan entre ellos, y las cosas se pagan con abrazos. Dice que no hay guerras, porque los problemas se solucionan con palabras, y que no entiende como los humanos podemos seguir vivos después de matarnos. "Sois peculiares, los terrestres. La única especie que acaba consigo misma por codicia". Dice que a través de los anillos de Saturno viaja la felicidad, y que si quieres cogerla tienes que perseguirla a través de los meteoritos. ¿Por qué no nos unimos a los habitantes de Saturno e intentamos atraparla?

Os he traído un relato un poco peculiar que espero que os guste. Sé que no me paso 
por los blogs, pero leo la mayoría de las entradas. Por último os digo: Por  favor,
que este mundo roto no estropee vuestras ganas de vivir ni de soñar. Siempre 
queda felicidad, aunque esté en los anillo de Saturno, y no aquí.

2009-2017. Todos los derechos reservados a Ali Alina.